En 2019 Pedro Almodóvar estrenó su película número veintiuno bajo el título Dolor y Gloria y allí contó la historia de Salvador Mallo, un cineasta sesentón con varios problemas de salud y al que se la ha vuelto casi imposible seguir filmando. A partir de ese conflicto existencial (para muchos quizás no lo sea, pero para un cineasta el no poder filmar, sí lo es) y con el correr de la trama, el espectador acaba descubriendo que el Salvador de la historia en realidad es él y que su pelo canoso, los afiches de los años 80 y esa nostalgia que arrastra fotograma tras fotograma no habla sino de lo que le está sucediendo en ese momento, ya con su madre recientemente desaparecida y con una serie de patologías lo alejaron de los sets durante un largo tiempo.