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05 Feb
05Feb

Daniel Tinayre fue uno de los grades directores de la cinematografía nacional pero, su matrimonio con la mujer más famosa del ambiente artístico vernáculo, lo catapultaron a un segundo plano y lo mantuvieron eclipsado hasta el momento de su muerte en 1994. Nacido en Francia y radicado en Argentina (como consecuencia de la labor diplomática que desplegó aquí su padre) se transformó no sólo en un móvil para filmar en el país muchas de las tendencias cinematográficas  europeas de entonces sino que, además, se alzó como uno de los primeros cineastas en determinar un estilo y desplegar un universo cargado de misterio, sordidez y psicologismo capaces de demostrar que el cine bien podía ser una ventana que permitiera observar hacia el interior del psiquismo humano y lograr, con ello, una identificación con la audiencia. Así es como, a lo largo de su carrera, supo realizar importantes proyectos y, tras su desaparición, dejó un legado de incalculable valor el cual debería ser reivindicado y promovido para que las nuevas generaciones lo descubran y lo valoren en toda su grandeza. 

Aquí les comparto una selección con las que considero son sus 10 mejores películas:  

MATEO (1937)

Escrita originalmente por Armando Discépolo y estrenada en teatro, Mateo fue una de las piezas más exitosas de los años 30. En ella se cuenta la historia de Miguel Salerno, un padre de familia y cochero de profesión, quien ante la incipiente vagancia de sus tres hijos deberá relacionarse con Severino, un funebrero maleante que en aquella compleja década del 30 conocida como la "Década Infame" lo convence de que la única forma de sobrevivir es ingresando en el hampa y voviéndose una pieza más dentro del engranaje de corrupción que signó aquellos años. 

PASAPORTE A RIO (1948)

Con claros elementos del Film Noir Francés y el policial norteamericano, con la actuación de Mirtha Legrand y el galán mexicano Arturo de Córdova (quien por entonces se encontraba en el país ultimando los detalles para filmar Dios se lo pague) la trama transcurre en la Buenos Aires de fines de los 40 y tiene como portagonista a un ladríon que cuando comete su crimen, es observado fortuitamente por una corista de music hall. El hombre la obliga a viajar con el a Rio de Janeiro, ya que allí debe llevar el botín obtenido y teme que, si la deja libre, ella lo denunciará abortando la posibilidad de que se transforme en millonario. De esa forma, el film adquiere un tinte psicologista y materializa una extraña relación de supervivencia entre el delincuente y la corista. Sin embargo, el destino tiene preparada una sorpresa a bordo del barco, cambiando el destino de ambos y el rumbo de la historia.

DESHONRA (1952)

En 1952 Fanny Navarro era una de las figuras más influyentes dentro de la escena nacional peronista. Estrechamente ligada a la figura de Eva Perón (dicen que fue su mejor amiga) y su noviazgo con Juan Duarte, la volvieron un personaje enigmatico y que acaparaba todas las revistas del corazón de entonces. Sin embargo, Daniel Tinayre supo ver en ella un enorme talento y una gran capacidad para interpretar personajes complejos y le propuso filmar Deshonra, un film donde se entrometió con la vida carcelaria intramuros durante el peronismo (un tema que hasta entonces resultaba tabú) y los diferentes abusos a los que estaban sometidos quienes formaban parte de aquel rudimentario sistema penitenciario argentino. El film, además, cuenta con la partiicipacion de grandes actrices como Tita Merello, Mecha Ortiz y Golde Flami y dejó imborrable en la memoria del cine nacional la emblemática escena de persecución en los túneles subterráneos de agua de la ciudad, volviendo a Fanny Navarro una verdadera maestra de la interpretación, sobre todo teniendo en cuenta la complejidad que implicó desplazarse a oscuras y bajo el agua. 

LA BESTIA HUMANA (1957)

Basada en la novela homónima de Emile Zola, cuenta la historia de Pedro, un ferroviario en apariencias normal y que cuando siente deseos sexuales lo arremete una enorme necesidad de asesinar. Así es como con cada excitación el hombre se convierte en una verdadera bestia humana que sale desesperado a satisfacer la dual pulsión de sexo-muerte sin importarle quien se interponga en su camino. Pero un día, la llegada de una conflictiva y atormentada mujer no sólo logrará enamorarlo sino que se transformará en la excusa perfecta para descubrir si el amor que jamás había sentido por otro ser, podrá alejarlo de su irrefrenable impulso asesino. 

EL RUFIAN (1961)

Este film significó la primera participación de Egle Martin dentro de su cine (y que se tranformaría en una de sus actrices fetiche por excelencia) y la aparición de la diversidad sexual como un tema recurrente en otros trabajos suyos. Aquí se cuenta la historia de una vidente de kermesse que vive obsesionada pensando en la llegada inminente de un hombre para asesinarla. Cuando el hombre finalmente aparece, ella descubre que había estado casada con él y que en ese momento es víctima de una amnesia inminente. A partir de entonces se reencuentra con su pasado infeliz, descubriendo que su marido era un homosexual no asumido y que la engañaba con hombres y que ella, por despecho, era la amante del chofer de ambos. Con elementos de noir y thriller psicológico, El Rufían podría ser considerada una de las primeras películas del cine nacional en abordar una historia de temática abiertamente homosexual. 

LA PATOTA (1960) 

Para buena parte de la crítica La patota es el film más psicologista de toda la filomgrafía de Tinayre. Mirtha Legrand interpreta allí a una joven de clase alta, profesora de Filosofía y que vive con su padre (Pepe Cibrían)  viudo en un caserón de un barrio porteño acomodado. Ella da clases en un liceo nocturno en las periferias de la ciudad y tiene un novio de su misma estirpe (Carlos Estrada) con quien está pronta a casarse. Pero un día, un grupo de sus alumnos ya jóvenes adultos que integran una patota callejera, se proponen violar a una prostituta que merodea la zona ya que no quiere entregarle sus sevicios por considerarlos chiquilines. Así es como los jóvenes comienzan a pergeñar el abuso y la noche en que deciden cometer el crimen, confunden a la profesora con la prostituta y la terminan violando sin reconocer de quien se trata. Luego de la violación, la profesora descubre que está embarazada y, con ello, deberá replantearse toda su existencia y de qué forma se recompondrá en un medio social que la va a discriminar, inculpar y degradar ética y moralmente. En su estreno se transformó en la película más vista de ese año y dejó en claro la enorme capacidad de Tinayre para crear universos plagados de psicologismo y seres atormentados que bucean en el duro oleaje de la existencia humana.

BAJO UN MISMO ROSTRO (1962)

Bsada en una obra del escritor francés Guy Des Cars, Tinayre aprovecha el duo familiar que formaban las hermanas Legrand y las exhibe en pantalla para contar una historia de dobles como nunca se había visto antes en el cine argentino. La trama cuenta la historia de Inés (Mirtha Legrand) una modelo y prostituta que es asesinada y la posterior reconstrucción de la vida de aquella por Sor Elizabeth (Silvia Legrand). La trama está contada a partir de una estructura folletinesca y deja el descubierto la dualidad de la condición humana y las diferencias que existen entre el mundo laico y pecador y el mundo religioso, el cual queda expuesto no como una verdadera salvación en la tierra sino como una organización en la cual la hipocresía y las relaciones de poder la signan tanto al interior como a la vida de los feligreses.

LA CIGARRA NO ES UN BICHO (1963)

Para la década del 60 el ambiente artístico -sobre todo porteño- asiste ala nacimiento de un género que podría considerarse "picaresco" y que en poco tiempo arribaría a los teatros de la Calle Corrientes para materializar el género de la "revista". Así es como el cine comenzó a filmar historias que demostraban la incipiente liberación sexual de los años sesenta y aparecieron en pantalla historias de infidelidades, hoteles alojamiento, adulterios, jovencitas desfachatadas capaces de hacer cualquier cosa por obtener la fama o un mejor trabajo y una pléyade de hombres casados dispuestos a poner en riesgo sus matrimonios a cambio de un efímero momento de placer. Con ese universo epocal Tinayre decidió filma la historia del Hotel alojamiento "La Cigarra" al cual asisten una serie de parejas que aparecen como arquetipos de la sociedad (la secretaria con el jefe, la parejita de estudiantes, la intelectual y el hombre de baja clase, un ejecutivo de alto nivel y una modelo o el típico patrón viejo verde con su mucamita de turno) y en el que, debido a la aparición de un caso de peste bubónica (enfermedad transmitida por las ratas) y que deberán someterese a una cuarentena obligatoria experimentando una verdadera catástrofe al interior del motel. Al referirse a ella, algunos años después, Tinayre dijo que fue una de sus películas más vergonzantes aunque reconoció que fue una de las mas ovacionadas en el extranjero, sobre todo en Rusia, donde significó un verdadero contacto del público ruso con la liberación sexual que se estaba produciendo a nivel mundial y que en aquel estado socialista aún no tenía ni cabida ni razón de ser.

EXTRAÑA TERNURA (1964)

Extraña ternura podría catalogarse como el film más abiertamente queer de la filmografía de Tinayre. Estructurado sobre la base argumental y con los elementos de un film noir,  la trama se inicia con la investigación por el asesinato de un joven (Norberto Suarez) quien llevaba una doble vida en la cual incluía un amorío con una cantante de cabaret (Egle Martin) sórdida y enigmática en partes iguales. A medida que se va desarrollando la investigación aparece el personaje de un hombre mayor (Pepe Cibrían) perteneciente a la alta sociedad porteña y que declara haber estado perdidamente enamorado de aquel joven, desentramando una historia de amor con elementos de sobra para que terminen materializando un crimen pasional de esos que al séptimo arte tanto le gustan. 

LA MARY (1974)

La Mary es una de las películas más controvertidad del director y la única que realizó en color. Con la elección de dos personajes que no habían tenido aún experiencias actorales en el cine de autor, Susana Giménez y Carlos Monzón se ponen en la piel de la Mary y el Cholo, dos almas de clase baja que habitan en la Isla Maciel de inicios de los años 70 y que luego de casarse y planificar una familia, se transforman en la consecuencia inevitable de una serie de prejuicios que portan sobre sí mismos, traumas, pulsiones psíquicas no resueltas y un derrotero de necesidades económicas, afectivas y sociales que los transforma en una pareja plagada de infelicidad y condenada a un final trágico que ponga fin a sus atribuladas existencias. Si bien el film supone una rareza dentro de la filmografía del director, significó un enorme éxito de taquillas, siendo una de las causas, entre otras, para que Susana Gimenez se transformara en uno de los personajes más populares de la cultura argentina. 


Bibliografía consultada para la elaboración del artículo:

ROSADO, Miguel Angel, Daniel Tinayre, Colección Los directores del Cine Argentino, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires (1993)

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