Con el advenimiento de la democracia en 1983 se filmó una gran cantidad de películas que contaban, en su mayoría, historias que durante los años de la dictadura no se podían contar. Así es como además de La historia oficial (Luis Puenzo), Esperando la carroza y Darse cuenta (ambas de Alejandro Doria) o Camila (María Luisa Bemberg) una de las primeras cuestiones que el nuevo cine llevó a la pantalla fue la de la homosexualidad, abriendo con ello el debate acerca de un tema que había sido tabú en la sociedad argentina y que, a partir de ese momento, sirvió para visibilizar los diferentes grupos y organizaciones de homosexuales y lesbianas que buscaban un espacio en el nuevo concierto democrático que les permitiera hacer pública la igualdad de derechos y pedir por el reconocimiento de la condición ya no cómo una patología psiquiátrica, sino, como una elección válida y que merecía toda la aceptación y el respeto.
ADIOS ROBERTO, Enrique Dawi (1985)
Adiós Roberto de Enrique Dawi podría considerarse el hito fundacional del cine queer argentino. Si bien en la historia del cine vernáculo ya se había tocado la temática homosexual (como en Extraña ternura de Daniel Tinayre) este film significó la apertura de un camino enorme al contar la historia de un hombre común, heterosexual, casado y con un hijo (Carlos calvo) quien un dia se separa y debe compartir departamento con un conocido que vive abiertamente su vida homosexual (Victor Laplace). A partir de allí, el hombre verá modificados sus hábitos y costumbres y vivirá una serie de experiencias que nunca pensó para sí y que lo harán repensar su sistema de creencias y moralidad impuestas por una sociedad judeocristiana cono lo es la sociedad argentina.
OTRA HISTORIA DE AMOR, Américo Ortiz de Zárate (1986)
Con tan sólo un mes en la empresa, Jorge Castro le dice directamente a su jefe, Raúl Loberas, que le gusta y quiere acostarse con él. Su sorprendido jefe, un hombre casado y con hijos, rechaza inicialmente su proposición, pero días más tarde y tras muchas dudas la acepta, y así empiezan una relación amorosa clandestina. Con el camino allanado que le había dejado Adios Roberto... esta segunda entrega de trama queer protagonizada por Arturo Bonín y Mario Pasik fue no sólo la reivindicación de la comunidad homosexual argentina que buscaba un espacio de visibilidad para hacer pública su lucha sino, además, la muestra de que el cine argentino, a tres años de terminada la dictadura, se había hecho dueño de sus filias y fobias y que supo encontrar en el séptimo arte una forma de sublimarlas e iniciar el proceso de sanación.
VEREDA TROPICAL, Javier Torre (2004)
La figura de Manuel Puig bien merecía un film en la cinematografía argentina y Javier Torre lo hizo. Centrada en el el exilio del escritor en Rio de Janeiro en los años 70 (como consecuencia de la discriminación que sufría en aquellos años por su condición de homosexual) la película expone a uno de los escritores más importantes de los últimos años e iniciador de la literatura pop según buena parte de la crítica. Interpretado magistralmente por Favio Aste (es increíble no sólo el parecido físico del actor sino, también, los modismos y las maneras de decir que tenía el escritor) el Puig de Vereda Tropical queda al descubierto como un ser sensible y que hizo de su experiencia carioca en el Barrio de Lapa un verdadero melodrama, de esos que tanto le gustaba escribir en sus historias signadas por desamores, desencuentros, el cine como fondo y corazones negros intentando sobrevivir en un mundo hostil y cruel por partes iguales.
UN AÑO SIN AMOR, Anahí Berneri (2005)
Basada en la vida del periodista y escritor Pablo Perez (quien se hiciera conocido por ser el autor de la columna Soy positivo en el Suplemento Soy de Página/12) el film se entromete con la epidemia de VIH en los años 90 y de cómo, quienes lo padecían, debían modificar sus hábitos sexuales e inciar nuevas búesquedas de placer en un mundo cambiante, terriblemente inseguro, con el fin del mundo bipolar a cuestas y el inicio de la globalización sobre sus espaldas. El film es una pieza más que interesante dentro de la cultura Queer ya que es uno de los primeros que se animó a explorar la cuestión del sadomasoquismo como una práctica encuadrada dentro de las conductas sexuales "aceptadas" a la vez que la alejaba del canon de las patologías, filias y perversiones del ser humano. El trabajo de Juan Minujin en la piel del periodista es de una gran capacidad interpretativa, sobre todo si se tiene en cuenta que es uno de los primeros trabajos que realizó en cine antes de convertirse en la figura popular que es en la actualidad.
MIA, Javier Van der Couter (2011)
Hermosa pieza de Javier Van der Couter, Mía cuenta la historia de una travesti que vive con un grupo de trans en la periferia de la ciudad de Buenos Aires y que, un día, por causa del destino se encuentra cumpliendo el rol materno con una niña sin madre (Maite Lanata) y con un padre con muy poca experiencia para criar a una hija (Rodrigo de la Serna) El film supuso el debut cinematográfico de Camila Sosa Villada y le permitió explotar en el medio para luego aparecer en series y mostrando su enorme talento tanto literario como teatral. En el film también participan Naty Menstrual y Susy Shcock, dos referentes mediáticas de la vida trans porteña quienes lograron visibilizar las injusticias cometidas hacia el colectivo LGBTQ+ y desde allí sembrar conciencia respecto a la igualdad de derechos de las minorías sexuales.
LA PELI DE BATATO, Goyo Anchou y Peter Pank (2012)
"Soy un payaso clown travesti": así se definía el inolvidable Batato Barea cada vez que aparecía en televisión y embelesaba a la cámara con esa mezcla de niño ingenuo y bufón transexual colmado de una melancolía enternecedora. Icono indiscutido en la transición democrática de 1983 y miembro inolvidable del trío que formó junto a Alejandro Urdapilleta y Umberto Tortonese, Batato fue, además de un enorme e inclasificable artista, uno de los primeros en visibilizar la cuestión trans y lo que implicaba ser portador del virus del VIH en aquellos años en los que la falta de medicación y la discriminación por ser portador eran una veradera condena a muerte. La idea del documental es reivindicar la figura de Batato como un imprescindible en la escena nacional de los últimos cuarenta años de vida democrática y, para ello, sus directores entrevistaron a un sinnúmero de personajes que lo conocieron o bien trabajaron con él (Divina Gloria, Tino Tinto, Vivi Tellas, Ronnie Arias y Alejandro Urdapilleta, entre otros). A partir de sus testimonios y experiencias, el relato adquiere un tono biográfico cálido y con un ritmo verdaderamente pop a la vez que le brinda al espectador los elementos para que descubra porqué Batato fue uno de los personajes más talentosos e interesantes que parió el under porteño.
LA NOCHE, Edgardo Castro (2016)
Una película innovadora y rupturista dentro del cine de género. Pese al carácter explícito de muchas de sus imágenes y una narrativa sencilla, Castro logra entrometerse en la vida de un atribulado personaje al cual le cuesta enormemente lidiar con su sexualidad, las adicciones y el sinsentido que habita en una Buenos Aires sórdida y que parece ser, para su compleja personalidad, un laberinto sin salida. Como bien lo dice el título toda la historia transcurre en una noche y, en lo que ella dura, Edgardo Castro realiza un muestrario de promiscuidad, sexo explícito, drogas y anodinia sucida dejando expuesto a un personaje que desde el principio se transforma en arquetípico y que deja pensando al espectador acerca de cuántos seres como ese deambulan en las grandes ciudades sin encontrar su lugar de pertenencia. El mayor acierto de la pieza es el doble comando del actor-director quien le pone el cuerpo al personaje de un modo novedoso como nunca antes se había visto en la cinematografía nacional y que lo emparenta con un neorrealismo posmoderno con derivaciones sexuales.
MUERTE EN BUENOS AIRES, Natalia Meta (2014)
Corren los años 80 en Buenos Aires y la policía local debe investigar el asesinato de un importante empresario homosexual relacionado con el mundo del polo. A partir de ese disparador dos policías de estilos muy diferentes entre sí se dan cita en la investigación (Chino Darín y Demián Bichir) para intentar descubrir los ribetes oscuros que rodeaban al personaje muerto. Lo cierto es que con el devenir de la investigación, las vidas de ambos se verán modificadas al encontrarse frente a frente a un sistema de creencias y representaciones al que nunca antes habían estado expuestos. El film cuenta con varios elementos para ser considerado una de las grandes piezas del cine argentino de la última década ya que no sólo cuenta con una trama compleja sino que, además, tiene una estética innovadora, un trabajo de musicalización de enorme valor artístico (donde los insert de Carlos Casella resultan reales memorabilias del cine nacional) y porta, además, una serie de imágenes que ya quedaron atesoradas en la memoria del cine argentino.
LAS HIJAS DEL FUEGO, Albertina Carri (2018)
Tres mujeres se cruzan por azar en el fin del mundo e inician un viaje poliamoroso que las transforma hasta devolverlas a su ciudad natal siendo otras. Sujetos que sufren frente al orden establecido, frente a lo irreversible de la pasión y frente a lo utópico de un amor único, son desandados en la búsqueda de nuevas formas de relacionarse, alejadas de la posesión y del dolor como ineludible final del amor fuera de todos los cánones. Así se conforma Las hijas del fuego: una banda dedicada a acompañar a otras mujeres en la búsqueda de su propia erótica, de la oportuna forma que cada una tiene de estar en un mundo que desconoce la voluptuosidad del desapego. El film es una rareza dentro del género queer nacional ya que es el primero que, oficialmente, cuenta una historia centrada en la experiencia homosexual femenina rompiendo con el viejo paradigma de que las historias homosexuales en la pantalla siempre se empeñaban en mostrar la homosexualidad masculina. Dirigida por Albertina Carri y con un interesante elenco que sostiene la trama de un modo magistral, el film adopta el carácter de manifiesto político tal como sucede con el resto de piezas que conforman su filmografía.
UN RUBIO, Marcos Berger (2019)
Juan, joven y mujeriego, vive en los suburbios de Buenos Aires. Debe encontrar rápidamente un compañero de piso porque su hermano se ha ido. Entra a vivir con él Gabriel, compañero de trabajo tranquilo, guapo y… rubio. Viudo desde hace poco, está luchando por mantener a su hija todavía pequeña. Tímido y reservado, Gabo intenta no hacer caso de las miradas cargadas de sentido de Juan ni del roce de sus manos. Con todas las chicas guapas que entran y salen de su habitación, su “virilidad” no parece cuestionable. Sin embargo, la atracción entre los dos hombres es innegable y lo que empieza como algo puramente sexual y fácil, al vivir ya juntos, se convierte pronto en una fascinante relación de ternura e intimidad, tan dulce como desgarradora.