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11 Jun
11Jun

“Los locos y los niños siempre dicen la verdad. Por eso a los locos se los encierra y a los niños se los educa”.  (Refrán popular)

La sustitución de personajes atormentados  por otros de iguales características no es algo nuevo en la historia de la literatura. Desde Principe y mendigo de Mark Twain hasta el misterioso Hombre de la máscara de hierro la técnica del reemplazo alimentó a buena parte de los guionistas que supieron ver en esas historias la forma de mostrar cómo quien tiene la posibilidad de vivir otra vida mientras otro ocupa su lugar nunca se niega a experimentarlo.

Es así como bajo esta temática, el director Roberto Andó se jugó por recrear la historia de El trono vacío (libro de reciente aparición escrito por él mismo) y que cuenta la vida Enrico Oliveri, un político romano en clara decadencia y que, ante el evidente rechazo que siente por parte del electorado, decide abandonar todo sin previo aviso y refugiarse en París en la casa de una antigua novia, hoy casada con un director de cine oriental y con una hija entrando en la adolescencia. 

De ese modo se desata la debacle dentro del partido y uno de los consejeros (e íntimo amigo de Enrico) decide junto a la esposa de éste, visitar al hermano del político, un profesor de filosofía que padece de trastorno bipolar y que, además de haber salido recientemente del psiquiátrico y de no hablarse con su hermano desde hace veinticinco años, guarda un gran parecido con aquel.Así es como luego de convencerlo y de enseñarle algunas de las normas, reglas y costumbres que tenía su hermano para con los diferentes miembros del partido, comienza el trabajo de sustituto del desaparecido Enrico y se inmiscuye en las mas altas esferas del poder político, llegando a reunirse incluso con el mismo presidente de Italia. 

Pero claro está que el que todos creen que es Enrico, en realidad, no lo es y  tanto en cada una de las decisiones que toma como en el discurso que comienza a desplegar, se ve implícita la ideología totalmente contraria que tiene el impostor respecto de la de su hermano, la cual habría sido la causa del alejamiento desde hacía más de dos décadas.
Mientras tanto, en París, Enrico revive con su amiga el viejo amor que tuvieron antaño (y que sobre el final del film revela un triángulo amoroso con el mismo hermano que lo reemplaza en el cargo) además de hacer de ayudante en el rodaje que está llevando a cabo el esposo de su amiga. 

De esa forma, mientras Enrico descubre aspectos de su personalidad que desconocía por haberse dedicado siempre de lleno a la política, su hermano, puesto en su piel, arenga a las masas desconfiadas que ven en su nuevo discurso al posible heredero de la presidencia de Italia.

Con esa trama, el verdadero Enrico que se esconde en las callejuelas de la ciudad luz se ve en la encrucijada de regresar a Roma y ocupar el lugar que dejó o quedarse como está y dejar que su hermano se alce como la figura política máxima de una Italia que atraviesa una de las peores crisis no solo en lo que a economía respecta sino, además, a falta de credibilidad en los políticos y una  incipiente crisis de valores y miras de futuro.

El texto de Andó plantea una historia que seduce no sólo porque muestra de qué manera un sustituto puede permitirle al reemplazado  vivir una vida que antes nunca se había imaginado, sino porque, además, deja en claro que, cuando se dice la verdad y se plantea un plan de acción destinado al bien común (en este caso comunicado por boca de un individuo con problemas mentales) las masas populares apoyan con su confianza y su voto.El doble trabajo interpretativo que Toni Servillo despliega en el film es de lo mejor que se ha visto en Italia en los últimos años. 

Dotado de una gran plasticidad actoral, Servillo logra darle a cada uno de los hermanos una mentalidad bien diferente pero con conflictos de base casi iguales, quizás como consecuencia de la hermandad simbiótica que alguna vez supieron tener y de la cual no quedaron ni vestigios.El film es muy recomendable. Por un lado, porque permite ver una gran adaptación del texto (que resultó uno de los libros más leídos en los últimos meses en Italia) y excelentes actuaciones (todas de un gran nivel). 

Y por el otro, por que expone la crisis política que atraviesa Italia en la actualidad, producto del nuevo panorama que están sufriendo varios países del continente europeo donde los políticos no tienen respuestas para enfrentar el nuevo concierto y el pueblo, cada vez mas cercenado y controlado para opinar, guarda la esperanza de una digna salida en la voz de algún político honorable, algo que, lamentablemente, no abunda en la región.

VIVA LA LIBERTÁ (2013, RAI- Italia), Dirección: Roberto Andó, Elenco: Toni Servillo, Valerio Mastandrea, Valeria Bruni Tedeschi, Michela Cescon, Anna Bonaiuto, Judith Davis. Guión: basado en la obra homónima de Roberto Andó, Fotografía: Maurizio Calvesi (94´-Color). 

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