Susy Bender (Jessica Harper) es una joven americana que arriba a Friburgo en medio de una noche tormentosa para hacer su ingreso al Desiderio Erasmo de Rótterdam, uno de los institutos de danza clásica más importantes de Alemania. Al llegar allí, se cruza con una muchacha que aparentemente huye de la academia, en un presumible estado de pánico y pronunciando una serie de incoherencias entre las que Susy llega a entender sólo dos palabras: “secreto” y “lirio”. La joven escapa corriendo y ella queda bajo la copiosa lluvia esperando que alguien la atienda pero nadie responde a su llamado.
Al otro día decide regresar y se encuentra con un cordón policial que le prohíbe la entrada al lugar, ya que los investigadores se encuentran dentro, buscando alguna pista que les clarifique quién pudo haber matado a la joven a la que ella vió huir la noche anterior. Finalmente se presenta, hace su ingreso y conoce a la directora de la Academia, sus profesoras y algunas de las compañeras con las que tendrá que compartir su estadía en la casa.
A partir de su ingreso, lejos de menguar la sensación de desconcierto reinante en el ambiente, cada noche siguen desapareciendo jóvenes, siendo encontrados sus cadáveres en zonas contiguas a la casa, con signos de aberrantes mutilaciones y tortura.
Ninguno de los integrantes de la academia escapa a la categoría de sospechosos: la directora burguesa y refinada, la profesora de baile con tendencias dictatoriales, el pianista ciego que musicaliza las prácticas de danza y siempre va acompañado de su pastor alemán, el sirviente deforme inspirado en Quasimodo (nombre del Jorobado de Notre Dame), la cocinera obesa y su pequeño hijo salido de un cuadro de la época victoriana, y el único aspirante masculino de la academia, personificado nada menos que por un adolescente e irreconocible Miguel Bosé.
Ellos serán las piezas de ajedrez (y el instituto el tablero) con las que Susy deberá jugar la partida, intentando descubrir aspectos de cada uno de estos personajes para dilucidar quien es el responsable de las macabras muertes que rondan los pasillos del Instituto. Pero la tarea no será sencilla. Como herramientas para llegar a la verdad solamente cuenta con dos elementos: las últimas palabras que pronunció aquella joven la noche en la que ella llegó y un mensaje que le dejara su compañera de cuarto, antes de correr con la misma suerte que las demás alumnas.
Con ésta, su segunda pieza, Darío Argento comienza a perfilar el estilo que va a ser un sello en su carrera y que lo llevará a ser considerado por la crítica mundial como un verdadero ícono del género de terror, compartiendo cartel con Mario Brava, uno de los grandes maestros del suspenso italiano de los años sesenta, y que sería influencia inequívoca para su posterior forma de narrar historias a través del lente.
En cuanto a lo técnico, Argento demuestra tener una gran habilidad en la aplicación de recursos para lograr el efecto deseado. Los travellings que utiliza para desplazarse por cada uno de los rincones de la escuela, le dan a la historia un ritmo vertiginoso, que lejos de provocar un desequilibrio visual, ayudan a que se perfeccionen las escenas de suspenso que en definitiva, son las que le dan al film el mote de "Thriller". En algunos momentos hace un uso muy interesante de la cámara subjetiva, poniéndose en la piel de la protagonista, clarificando la tensión que le toca vivir mientras está inmersa en ese enjambre de ambientes que forman el recinto de las pupilas.
Otro uso muy acertado de la cámara lo constituyen las diferentes tomas que realiza en plano picado. Los utiliza en varias ocasiones, dedicándolos especialmente para exhibir ambientes naturales (en el caso de la toma nocturna del Palacio del Congreso a la que llega el ciego acompañado por su perro una vez que es despedido por la directora de la escuela) y en ambientes cerrados los usa como la presencia del supuesto asesino (ésta es la gran elipsis durante casi toda la película)que ve a los personajes como hormigas, lo cual aumenta la idea de su poder ofensivo.
Para los decorados, eligió una extraña combinación de estilos en los que se impone las formas arquitectónicas de estilo Art Nouveau (se puede ver en ventanas y puertas) con mobiliario del mismo período. Igualmente, más allá de las formas escenográficas, lo que más llama la atención en los ambientes es el predominio del color rojo y azul como una constante identificatoria del binomio pasión-muerte que se vive a lo largo del relato(También la iluminación responde a esta dicromía).
Desde su estreno en 1976, ya han pasado 20 años y nunca dejó de estar considerada como una verdadera obra de culto entre los amantes del género. Incluso algunos críticos no han escatimado en calificarla como “la versión posmoderna de Psicosis”(lo cual da sobradas razones para considerarla una obra maestra).Sin lugar a dudas, este segundo film de su carrera, fue un augurio de lo que la genialidad de Darío Argento desplegaría años más tarde con películas como Trauma, Tenebre, El Gato de las nueve colas y El Pájaro de las plumas de cristal.
SUSPIRIA(1976, Italia) Género: Suspenso-Terror. Duración: 94 minutos.Dirección: Darío Argento, Elenco: Jessica Harper, Stefania Casini, Flavio Bucci, Miguel Bosé, Música: Darío Argento y The Goblins. Vestuario: Pierangelo Cicaletti.