Si Wim Wenders no hubiera realizado su homenaje a Pina Bausch y Albert Degas no hubiera pintado sus delicadas bailarinas escenificadas mediante pasos de ballet, el arte de la danza hubiera pasado a la historia como una práctica moderna de tortura. Así es como bajo ese tópico el cine fue el espacio bajo el cual se albergaron desde las maestras de baile capaces de matar con tal de lograr la postura adecuada (como aquella “Madame” que encarnó el genial Robert Englund en Danza Macabra) hasta la psicótica de El cisne negro, pasando por la no menos traumada de la alemana Mask).
Sin que haya una explicación aparente - pero que carga las tintas de manera arbitraria cada vez que las tiene de protagonistas- las maestras de ballet se transformaron en el blanco fácil (ya a esta altura verdadero cliché de género de terror) para contar historias donde casi siempre hay jovencitas que sufren los excesivos castigos de aquellas con tal de alcanzar la tan mentada fama y transformarse en esa bailarina de caja musical que parece ser el prototipo a alcanzar por las que se plantean ese futuro.
Pero algunas veces los cineastas y guionistas se juegan por más y, lejos de caer en los estereotipos replicados, los usan como disparador para aventurarse a contar historias mucho más ricas e interesantes ya sea desde las tramas o bien desde el manejo visual: dos elementos que sobresalen en Livide, el film de la dupla francesa formada por Alexandre Bustillo y Julien Maury y que cuenta una historia en relación a una bailarina pero con elementos que la vuelven una pieza original dentro del género.
Livide cuenta la historia de una enfermera que atiende pacientes a domicilio y que un día se ve en la necesidad de contratar a una jovencita para que la ayude con las tareas. La primera mañana que comparten la enfermera lleva a la nueva empleada a la casa de una anciana (otrora profesora de baile) que se encuentra en aparente estado de coma irreversible y le muestra la excéntrica mansión en la que habita la enferma sola, la cual solo es asistida por ella una vez al día.
Al ser informada por la enfermera de los rumores que dan cuenta de que la anciana escondería en algún lugar de la misteriosa y sombría casona una importante fortuna la joven ayudante se obnubila y cree conveniente planear un golpe para hacerse del botín y abandonar la penosa vida que vive junto a su novio y un amigo en un pueblo pequeño de Canadá.
De esa forma planean la entrada a la casa de madrugada y asisten a la horrorosa imagen de la anciana que yace en la cama respirando artificialmente sin que hubiera ninguna otra presencia en la habitación. A partir de allí y una vez dentro, la joven se desplazará hacia un sótano donde, al parecer, se encuentra la fortuna o el tesoro del cual tanto le habló su compañera.
Aunque como es de esperar, la cosa no se supone tan fácil ya que para poder abrir la puerta del sótano antes tendrán que quitarle a la anciana del cuello la antigua llave que pende de él y que supuestamente es la puerta de acceso al Santo Grial.
Sin embargo y para sorpresa de los jóvenes, allí no se daría por terminada la situación sino que, por el contrario, es cuando el verdadero horror comienza ya que el tesoro no era dinero ni joyas sino el cadáver embalsamado de una bailarina que poco a poco irán descubriendo la verdadera identidad y que no es otra que la hija de la anciana que yace en la cama y que habría muerto en condiciones no naturales ya que las cicatrices en su rostro y manos así lo demuestran.
Con la línea argumental presentada a partir de entonces los directores eligen la técnica de racconto (bajo la forma de flashbacks) para hacer un paréntesis temporal y contar la conflictiva historia de aquella profesora de baile y su pequeña hija que, además de ser una bailarina rebelde albergaba bajo su blanco vestido de tules nada menos que a una vampira insaciable y que ya había acabado con buena parte de las alumnas de su madre que asistían a la mansión para tomar clases.
El film pese a correr el riesgo de transformarse en un híbrido producto de las pretensiones de sus realizadores, logra dosificar muy bien cada uno de los tópicos propuestos y en ningún momento abusa de ellos, lo cual es digno destacar como una de las grandes virtudes de la pieza. Así a lo largo de los noventa minutos que dura la trama se pueden ver situaciones de vampirismo, sustitución de cuerpos, posesiones demoníacas, elementos éticos y estéticos típicos de la novela gótica inglesa y una dirección de arte exquisita, que por momentos da la sensación de estar viendo Twixt de Francis Ford Cópppola pero claro que con típico acento francés.
Livide es una pieza más que atractiva y que vale la pena ver. Desde su estreno en 2011 se ha convertido en un clásico del género alcanzando gran aceptación del público en los más exigentes festivales internacionales como el de Avoriaz o el de Sitges.(Este film forma parte de la programación de NETFLIX y tiene subtítulos en varios idiomas)
LIVIDE (Francia-2011), Dirección: Alexandre Bustillo y Julien Maury, Elenco: Chloe Coulloud, Felix Moati, Marie Claude Pietragalla, Jeremy Kapone, Catherine Jacob y Beatrice Dalle, Música: Rafael Gesqua, Fotografía: Laurent Barés, (Duración: 90´-Color)