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02 May
02May

"Se ha perdido una idea del teatro. Y mientras el teatro se limite a mostrarnos escenas íntimas de las vidas de unos pocos fantoches, transformando al público en voyeur, no será raro que las mayorías se aparten del teatro, y que el público común busque en el cine, en el music-hall o en el circo satisfacciones violentas, de claras intenciones."
El teatro y su doble Antonin Artaud

Durante buena parte del siglo veinte los académicos y críticos de arte crearon un binomio en apariencias irreconciliable entre cine y teatro. Aquellos defensores  del escenario veían en el cine una forma fragmentada de arte, poco sublime y que les proporcionaba,  a quienes lo llevaban a cabo, una sensación diferente a la que podían experimentar en una obra donde la secuencia sucede en tiempo real pudiendo sostener los procesos emocionales como si sucedieran de veras. 

Si bien con el correr de los años algunos realizadores intentaron romper con aquel estructurado designio y comenzaron a incluir escenas teatrales en sus films, el teatro fue mucho mas reticente y hubo que esperar casi hasta el final del milenio para que incorporara escenas filmadas en las obras abriéndose a un mundo realmente fascinante y que le cambió por completo el modo de contar tal como había sostenido desde sus orígenes en aquellos anfiteatros griegos de la antigua Atenas.

Así es como haciendo uso de esa posibilidad de mezclar ambos mundos (que tanto tienen que ver entre sí y que en lo único que se diferencian es en el modo de producción de la obra) Roman Polanski filmó LA VENUS DE LAS PIELES, una pieza donde ambas esferas conviven y dejan en claro cuánto se parecen entre sí y cuán positivo es acercarlas a la hora de plasmar diferentes hechos artísticos. 

El film de Polanski tiene como eje central una búsqueda, la búsqueda por parte de un director teatral de una mujer que reúna todas las condiciones que él cree debe tener para interpretar el personaje de Wanda von Dunayew, protagonista de La Venus de las pieles,  una obra del austríaco Leopold Von Sacher-Masoch que en el siglo XIX causó tanto revuelo y que llevó al mundo del psicoanálisis a usar su apellido para identificar como masoquismo al hábito de incorporar sufrimiento en las prácticas sexuales.

Lo cierto es que luego de haber pasado por tediosas audiciones esa mujer no apareció (por esa ironía del destino que dice que nunca las cosas suceden como se las piensa) y el director, ya derrumbado por la desilusión de ver un nuevo proyecto frustrado, en la primera escena, se prepara para abandonar el oscuro escenario de un teatro mediocre en una tormentosa noche parisina.

En ese mismo momento y escondida tras una cámara subjetiva que posiciona al espectador en un lugar de “a partir de aquí comienza la historia”, ingresa a la sala una exuberante mujer, con toda la estética de una prostituta del Marais o del barrio latino y se presenta ante el hombre que ya, con el cigarrillo entre sus labios y el maletín en la mano, emprendía la retirada. 

La mujer, totalmente empapada, con el maquillaje corrido y unas formas que extrañan al director, le pide que por favor le tome una audición ya que ha pasado uno de los peores días de su vida intentando llegar a tiempo.El hombre al principio se niega pero, ante el derroche de belleza y sensualidad que tiene la enigmática mujer, decide darle la posibilidad de que pase algunas líneas del texto y sacársela de encima lo más rápido posible.

Y así es como luego de escuchar la primera réplica, el director se asombra al ver el excelente manejo del texto que demuestra la extraña mujer y el experimentado uso del escenario que exhibe en el mismo momento en que lo elige como el replicante del texto del personaje masculino de la obra, sin el cual sería imposible demostrarle sus dotes actorales. 

A partir de ese momento el tiempo sagrado del teatro (en contraposición al mundano o profano que se le adjudica al cine) comienza a correr  y sumerge a  ambos personajes en un vendaval  de emociones, sentimientos y una exposición despiadada de los más bajos instintos del hombre, puestos de relieve en la obra que deberán representar  y que, en determinados momentos, hará que se difumine la delgada línea entre fantasía y realidad y queden frente a frente experimentando situaciones realmente complejas.

 La experiencia y el genio de Polanski está más que claro que se encuentra fuera de discusión (piezas como El bebé de Rosemary, Chinatown,  Tess, La muerte y la doncella o El Pianista lo demuestran) a la hora de hacer una crítica y quizás el mayor éxito del film reside gracias a la conjunción de varios de los elementos que lo componen.Tratándose de una película que versa sobre el proceso de ensayo de una obra teatral (y teniendo en cuenta el doble enfoque que se hace de la misma, mostrando el momento del texto de la obra propiamente dicho y los intervalos de realidad en los que ellos se ven afectados por el texto) no cabe más que reconocer el excelente trabajo actoral llevado a cabo por Emmanuel Seigneur y su bella y enigmática esposa Mathieu Amalric, quienes desprovistos de cualquier otro elemento humano más que ellos dos, logran recrear en el escenario del pequeño teatro una fábula erótica y psicologista pocas veces ofrecidas por otros directores, aunque siendo una propuesta que viene de Polanski no sorprende.

Este film es el primero del director en lengua no inglesa (está totalmente rodada en francés) y es una buena recomendación para aquellos que busquen un acercamiento al director polaco ya que en ella aparecen muchas de las filias y fobias que ha demostrado tener como realizador a lo largo de su prolífica carrera.  

Los otros dos elementos dignos de  destacar son la música compuesta por Alexandre Desplat y la fotografía de Paul Edelman, quien logra acercarse a la estética de muchas de las obras pictóricas que a lo largo de la historia representaron a diferentes venus.Por todo ello LA VENUS DE LAS PIELES es una pieza muy recomendable, entretenida pero  profunda a la vez.

Especial para los amantes del teatro (pues verán allí un proceso completo de obra lo más parecido a como se da en la vida real) y para amantes del cine, una buena opción para reconciliarse con el género que muchas veces aparece como antagónico.

El film compitió en 2013 en el Festival de Cannes y obtuvo el Premio César como mejor director entre las siete nominaciones recibidas. 

LA VENUS DE LAS PIELES (2013, Francia-RAI Italia), Dirección: Roman Polanski, Elenco: Emmanuelle Seigneur y Mathieu Amalric, Guión: Roman Polanski y David Ives, Música: Alexandre Desplat, Fotografía: Paul Edelman (96´-Color)


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