En la década del 80 el inolvidable actor uruguayo Eduardo D´Angelo protagonizaba El hombre del doblaje un sketch en el que demostraba no sólo sus virtudes vocales sino, también, un genio innato para doblar de manera desopilante diferentes clásicos del cine de todos los tiempos. A unos cuantos kilómetros de los estudios de Canal 9, en París, un joven llamado Bruno Lavaine desconocía la existencia de D´Angelo pero sentía la misma afición que aquel y no dejaba pasar ninguna oportunidad para animar las fiestas con sus amigos haciendo el doblaje de films que, por entonces, se proyectaban en las grandes salas o en las pantallas de tv.
Con los años, Bruno Lavaine decidió que en el cine estaría su futuro y se encontró en el camino con Nicolás Charlet, otro de su misma estirpe y con el que formó la dupla conocida como Bruno et Nicolas. Bajo ese binomio en común -que en la actualidad funciona como si se tratara de un solo realizador- llevaron a cabo algunos films como guionistas y también como montajistas (tal es el caso de Le grand mechant loup o 99 francs protagonizada por Jean Dujardin) pero fue con A la recherche de l´Ultrasex con el que dieron el salto cinematográfico ya que allí pudieron demostrar sus conocimientos de guión, edición y doblaje logrando un producto final que, a poco tiempo de estrenarse, se transformaría en una verdadera pieza de culto.
A partir de su estreno el film comenzó un derrotero por varios festivales de cine (desde los más alternativos hasta los más serios, tal como sucedió en el BAFICI 2016 o el FrenchFilm Festival 2017) y comenzó a cosechar premios por cada uno de los sitios del planeta por donde supo pasar. En principio la historia que relata el dúo de cineastas es sencilla: los humanos en la tierra son víctimas de un desenfreno sexual pocas veces visto, y se cree que la causa es la proliferación del “Ultrasexo” la cual se supone una condición proveniente del mundo exterior y a la que los terrícolas parecen sucumbir de manera irrefrenable.
Para atacar el problema el gobierno de los Estados Unidos pone en funcionamiento una nave intergaláctica (que funciona como uno de los “No lugares” planteados por el antropólogo Marc Augé) y, desde allí, un equipo integrado por miembros con nombres irrisorios – todos de significación sexual- intentarán establecer contacto con seres extraterrestres quienes, al parecer, serían los responsables de la epidemia de lujuria desatada en la tierra.
Hasta allí la trama no parece nada del otro mundo ni justificaría porqué el film llegó a instalarse en el público como una pieza de culto pero lo cierto es que la respuesta quizás haya que buscarla en la elección (y selección) del material con que se ha realizado el film. Para contar la historia del impertinente virus que produce espasmos sexuales en los humanos Bruno y Nicolás accedieron a una buena cantidad de material pornográfico (aclaro que esta categorización puede resultar un tanto pueril si se compara esas imágenes con los contenidos a los que hoy se tiene acceso en la red) que desclasificara el FBI hace un tiempo y que permaneció durante años privado de poder ser exhibido ya que se consideraba perjudicial para la moral y las buenas costumbres del americano medio.
Así es como dentro de las miles horas de video registradas en viejos tapes y vetustos VHS los realizadores descubrieron un sinfín de imágenes ultrapop, kitsch, grotescas, bizarras pero que, puestas bajo la forma de estructura narrativa – y sumado al ilharante doblaje que ambos hacen de las escenas- les dio la pauta de que el resultado podría ser desopilante y novedoso. Y no se equivocaron.
La idea de estar viendo un interesante pastiche camp es inevitable al ojo del espectador y sobreviene en cada una de las secuencias que se agolpan frente a la pantalla pero casi de un modo hipnótico, las ridiculizadas voces de los directores les da un tono tan divertido que resulta casi imposible no quedarse hasta el final y desentrañar de donde proviene la causa por la cual los terrícolas llegan a experimentar treinta coitos diarios según informa una lograda voz en off.
Es por ello que durante los sesenta minutos que componen A la recherche de l´Ultrasex el espectador se encuentra con una pasarela de mujeres exuberantes portadoras de peinados mulet (y enfundadas en tangas retro que se sostenían de manera inexplicable más allá de la cintura) con primeros planos de aparatos reproductores masculinos en el momento máxime de su funcionalidad (toda una herejía por entonces)y una decena de otras imágenes también censuradas que representan una muestra de cuanta ingenuidad había en aquel hombre moderno de fines del siglo XX (escenas como las de las versiones pornosoft de Cyrano de Bergerac, Viaje a las estrellas o los Power Rangers son un fiel testimonio de ello).
Más allá de que la pieza es recomendable por su gracia y desenfado, en términos académicos sobreviene la duda de si puede ser tomada en cuenta como una película o si debe entenderse como una pieza experimental de gran impacto. La lógica diría que Bruno y Nicolás son conocedores del lenguaje cinematográfico y lo explotan a la perfección superando ampliamente el objetivo propuesto.
Sólo por el hecho de haber seleccionado imágenes tan diversas como provocadoras y lograr con ellas una historia homogénea, divertida y por rescatar el género del doblaje (por siempre silenciado y poco tenido en cuenta por las grandes academias de cine y los festivales mas importantes) vale la pena el reconocimiento.
(Este cortometraje formó parte del French Film Festival 2017 como fuera de concurso)
A LA RECHERCHE DE L´ULTRA SEX (2015), Dirección: Bruno et Nicolás, Guión: Bruno et Nicolás, (Duración: 60´-Color)