Raimund Gregorius (Jeremy Irons) es un hombre gris que atraviesa el último tramo de su vida. Vive en un pequeño apartamento de Berna y allí trabaja en la universidad como profesor de latín. De aspecto solitario, ermitaño y con una escasa actividad social, pasa sus días viviendo una vida que no es ni por asomo la que en algún momento ideó para sí.Una mañana tormentosa, mientras atraviesa el puente Kirchenfield sobre el río Aar, descubre a una joven envuelta en un piloto rojo a punto de arrojarse desde allí. Motivado por el instinto corre y logra salvarla.
Minutos después, se lo ve ingresar al aula totalmente empapado junto a la joven que hasta ese momento no habló una sola palabra. Sus alumnos quedan atónitos (ya que consideran que la joven es una novia del profesor) y a los pocos minutos de comenzada la clase, la joven se retira y deja su piloto colgado.Atemorizado por lo que pudiera hacer, el profesor abandona la clase para retenerla pero al salir se da cuenta de que la muchacha se perdió entre el gentío.
Regresa a la universidad y allí encuentra en uno de los bolsillos del piloto, un libro con el título El orfebre de las palabras, del autor Amadeu Prado y escrito en portugués. Al abrirlo ve que tiene el sello de una librería de Berna y se dirige, para ver si pueden orientarlo acerca de la obra y si recuerdan haber visto a la joven, ya que cualquier dato que le suministren será importante para explicarse el porqué de la drástica decisión.
Al llegar a la librería le informan que el libro pertenece a un escritor portugués y que la edición del mismo fue muy pequeña, además de recordar que el día anterior habían vendido un ejemplar a una joven vestida con un piloto rojo y que abandonó muy angustiada la librería luego de haber leído algunas hojas de la obra. Pero el destino le tenía guardado un as en la manga al profesor, y se da cuenta de que oculto entre las hojas había un billete con destino a Lisboa para dentro de quince minutos.
El profesor decide no perder la posibilidad de vivir esta aventura que le regala la vida y parte hacia la estación de trenes de Berna, y en pocos minutos se encuentra a bordo de un tren de alta velocidad con destino a la capital portuguesa. En el trayecto leerá el libro que es una obra de gran calidad poética, pero que parece tener un contenido oculto y que él no puede descifrar ya que sólo cuenta con una fotografía y el nombre del autor.
Una vez en Lisboa se instala en una pensión con vista al mar y a partir de allí comenzará una aventura que lo llevará a entrevistarse con una serie de personajes con los que, al final del camino, habrá reconstruido no solo una historia de ribetes cinematográficos sino que, además, habrá recreado uno de los períodos históricos más tristes de la historia de Portugal: la dictadura de Salazar.
Gracias a un accidente callejero que lo deja al borde de la ceguera (cuando un joven en bicicleta lo atropella y le rompe los anteojos) conoce a una bella oftalmóloga que, además de recetarle un nuevo par de lentes, le otorga los primeros datos para que comience a investigar quién era Amadeu Prado, ya que un tío suyo, anciano y muy enfermo había sido su amigo cuando eran jóvenes. Mientras tanto, Raimund consigue la dirección de la casa en la que habitó Prado y al llegar, se encuentra con su hermana, una anciana algo severa (interpretada de modo magistral por Charlotte Rampling) que le dice que su hermano no está y que no sabe cuándo va a regresar. Allí le muestra algunas de las obras que escribió el médico-poeta y le dice que les fue muy difícil poder editar los libros debido a las presiones políticas sufridas en los tiempos de la dictadura.
Para contrastar esa información, el profesor decide visitar al tio de la oftalmóloga en la casa de ancianos donde vive y allí el hombre le devela que ambos habían sido compañeros de la resistencia en épocas de Salazar, él como organizador de un grupo armado y Prado como miembro y médico del grupo.
Además le explica que Amadeu Prado se suicidó y que su hermana nunca asumió la muerte, por lo cual vive esperando su regreso. Y también le confiesa haber sido pianista en su juventud pero que ya no puede seguir haciéndolo, ya que, el “Carnicero de Lisboa” (uno de los torturadores más sanguinarios de aquellos años) le destrozó las manos en un interrogatorio para quitarle información en los años de la dictadura.
A partir de ese momento, en cada encuentro en la casa de la hermana del autor (y en la casa de ancianos) Raimund se transformará en un personaje más de la densa historia de vida de Prado, la cual no sólo se vio signada por su actividad política sino por intereses amorosos, traiciones, lealtad para con sus amigos y miembros del grupo. Y allí, entre estos últimos aparece un nuevo personaje, clave en la vida de Amadeu que es su amigo de la vida, farmacéutico y novio de la mujer que en la década del setenta lo abandonó para irse con aquel (interpretado por Bruno Ganz).
Así es como planteado el mapa de los personajes y la trama teñida de un trasfondo político, social e ideológico característico de los sistemas dictatoriales de aquellos años, aparece un personaje enigmático, que es el de Estefanía, una mujer que los arengó para formar la célula guerrillera y que acabó siendo una especie de Circe ya que no sólo desmembró al grupo de amigos que se habían jurado amistad eterna y lealtad para con la causa sino que terminó exiliada en Salamanca y con una gran infelicidad por no haberse jugado por el amor de Amadeu, a quien años después reconocería como el gran amor de su vida.
Con toda esa información a cuestas y con la carga dramática que significa el peso de la historia en cada uno de los personajes con los que se encuentra, Raimund se da cuenta de que su vida no vale nada ya que jamás tuvo ni una décima parte de las experiencias ni las pasiones que sintieron cada uno de ellos. Y quizás ese sea el puntapié inicial para que cambie su forma de pensar, sentir y, en definitiva, de vivir (pero antes tendrá que descubrir quién era la misteriosa muchacha del puente y que relación tiene con todo aquello).
El film está basado en la novela homónima de Pascal Mercier y es una interesantísima trama, algo difícil de calificar (el género dramático es en el que mejor encuadra) y con una incorporación y un manejo de hechos históricos que acaban siendo una excelente forma para reconstruir un período tan doloroso y controvertido en la vida de los portugueses como lo fué la última dictadura.
Sin lugar a dudas, la utilización del conflicto inicial (con la joven a punto de arrojarse al Aar) y la aparición de Raimund son nada más que una excusa con la que Mercier cuenta un relato cargado de intriga, misterio, pasiones, traiciones y varios elementos más que, en su conjunto, constituyen un thriller digno de recordar.
Respecto a lo actoral realmente poco se puede decir sobre todo cuando se tiene un elenco integrado por una tríada talentosa como la de Jeremy Irons, Charlotte Rampling y Bruno Ganz. (aunque no por ello hay que dejar de reconocer la labor del resto de los actores entre las cuales sobresalen la de Jack Houston- en el papel de Amadeu- y la de Lena Olin, interpretando a Estefanía en su adultez).
Además de la excelente musicalización y la lograda fotografía, uno de los elementos que hacen de Tren nocturno a Lisboa un film inolvidable es la adecuada elección de locaciones que el director seleccionó para rodar muchas de las escenas. Así, a lo largo del film pueden verse vistas increíbles de los techos anaranjados del Chiado, de los pórticos en herradura de la estación de tren, del Castel Sao Jorge (tanto de noche como de día), de la Torre de Belem desde el catamarán, la Puerta de la Plaza do Comercio, las callejuelas zigzagueantes y empedradas, los tranvías amarillos tan característicos y muchos otros sitios que hablan de la belleza y el espíritu de saudade que reina en Lisboa.
EL ULTIMO TREN A LISBOA (2013-Suiza, Alemania y Portugal), Dirección: Billie August, Elenco: Jeremy Irons, Jack Huston, Christopher Lee, Mélanie Laurent, Charlotte Rampling,Lena Olin, Tom Courtenay, Bruno Ganz, August Diehl, Martina Gedeck, Beatriz Batarda, Burghart Klaußner, Nicolau Breyner, Filipe Vargas, Adriano Luz, Música: Annette Focks, Fotografía: Filip Zumbrunn (110´, Color)