Hasta mediados de los años ochenta el cine mundial mostró historias de amor sostenidas en el clásico modelo heterosexual que parecía se había destinado a Occidente. Las menciones a las relaciones homosexuales o bien aparecían como algo sugerido (casi siempre en elipsis y desde un punto de vista pontificador y moralista) o bien como una tendencia contra la cual los personajes de las tramas en cuestión tenían que luchar como si tuvieran al demonio como contrincante o contra una enfermedad terminal a la que la ciencia parecía no haber encontrado por entonces la cura.
En el cine hispanoamericano uno de los que abrió un verdadero camino respecto de la inclusión de historias de amor entre personajes del mismo sexo fue Pedro Almodóvar, cuando en 1987 asombró al público mundial con La ley del deseo, primer film que mostró explícitamente el lado -hasta ese momento oculto y negado-de las relaciones homosexuales. Y a partir de allí, muchos otros cineastas se animaron a ir un poco más allá y comenzar a sacar a la luz ciento de historias que hasta entonces no encontraban espacio para ser contadas, filmadas y mucho menos exhibidas.
Pero lo cierto es que la brecha entre historias de amor hetero y homo tardaron mucho tiempo en equipararse y en ser vistas por el público como ambas caras de una misma moneda, libres de prejuicios, pontificados o moralinas que siempre surgen, quizás, como esquemas de defensa lógicos cuando se intentan corregir ciertos paradigmas instalados en el inconsciente colectivo.
En los últimos años, el hecho de que a nivel mundial se diera un cambio de mentalidad respecto a la no estigmatización de la homosexualidad -y se crearan algunos instrumentos que la legitiman como elección de vida- posibilitó que muchos realizadores de varias nacionalidades se jugaran por contar historias relacionadas con la temática, tanto para tramas románticas como para las de cualquier otro género que las incluyera, puesto que, como en la vida real, la homosexualidad es una condición que subsiste en todo ámbito humano y como bien decía Karl Marx: “Nada de lo humano me es ajeno” (y mucho menos al cine).
Desde su estreno, en ese sentido, El desconocido del lago pareció llegar para aumentar el listado de películas que muchos considerarían de temática queer o de género homosexual pero lo cierto es que, dada la complejidad de la historia y algunos otros elementos que dificultan su encuadre en un solo género la vuelven una pieza interesante, novedosa y un verdadero híbrido en la historia del cine francés.
La historia bien podría definirse como minimalista: un lago de Francia alejado de la vida urbana (de una ciudad de la cual jamás se dan referencias topográficas) es el centro para que hombres asistan a diario no sólo para practicar del nudismo libremente sino, además, para mantener sexo ocasional en el bosque ubicado dentro del mismo predio. Allí llega Franck, un joven gay que se encuentra en la búsqueda de un amor y se hace amigo de Henry, un cincuentón recientemente divorciado que visita el lago no en plan de cacería sexual sino para “desconectarse” de los problemas que tiene en su movilizadora y desafortunada vida.
De ese modo y con un vínculo que crece en cada encuentro, estos dos personajes van conociéndose cada vez más y parecen ir camino a consolidar una verdadera amistad. Pero la llegada de Michel (un galán que parece salido de una telenovela de los años ochenta y, además, uno de los personajes más populares y deseados por los miembros de la comunidad del lago) producirá en Franck un verdadero shock llevándolo a hacer cualquier cosa para estar con él. Pero como en toda historia que se precie de romántica nunca puede faltar un punto de giro dado a tiempo, y éste sobreviene en el mismo momento en que encuentran un cadáver en el lago y todos se transforman en sospechosos del crimen.
Para aquellos que estén acostumbrados al ritmo del cine francés verán en esta película una muestra más de aquel, pero lo cierto es que, debido al conflicto tan potente que plantea la pieza en ningún momento aburre sino que, por el contario, gracias al aporte de muchos de los planos secuencia, cámaras fijas y la lograda creación de atmósferas (que van desde la claustrofobia a la agorafobia pasando por escenas que rozan la pornografía) se mantiene la atención hasta el final mismo de la trama.
Buena parte de la crítica expresó su descontento con el film ya que dijeron haber advertido ciertos elementos que hablarían de una visión homófoba encubierta por parte del realizador. Quizás el hecho de contar un crimen ciñéndolo a un grupo de personajes abiertamente gay puede provocar en algunos la sensación de estigma sobre el grupo (como si se desconociera que la mayoría de los asesinos de la cinematografía mundial fueron heterosexuales) aunque quizás la crítica esté apuntada, específicamente, a la cantidad de escenas de sexo explícito que bien podrían formar parte de cualquier pieza del género condicionado.
El carácter explícito de algunas escenas choca por momentos con la historia que se intenta contar que no es otra que la de un crimen cometido en un lago que se presenta como un no-lugar destinado a que un grupo de hombres dé rienda suelta a sus instintos y pasiones. Quizás un adecuado uso de recursos como elipsis o fuera de campo hubieran logrado el mismo efecto (o quizás más sobre todo teniendo en cuenta que aquello sugerido y no mostrado muchas veces produce un efecto imaginario superador) y se hubieran evitado las críticas de intencionalidad y manipulación de la trama con fines discriminatorios.
Realmente asombra que pese a las escenas de sexo explícito la película haya podido llegar a exhibirse en los más importantes festivales internacionales de cine y haber logrado, incluso, varios premios en muchos de ellos (en el de Cannes, por ejemplo, su director ganó un reconocimiento en la sección Un certain regard, que premia a las nuevas miradas que aparecen en el último año).
Por ello, El desconocido del lago es una película muy recomendable, con un estilo muy particular (que logra romper con las formas del cine francés aunque es claro que se nutre de él) una trama bien estructurada, buenas actuaciones (realmente el trabajo actoral es uno de los elementos más destacable, dado el riguroso trabajo corporal que deben realizar) y una excelente fotografía que brinda una sensación de calma y bienestar (ya que toda la historia sucede en el apacible lago).
Sólo la resolución del conflicto es cuestionable. Pero eso claro está, como en cualquier otro film esa opinión es subjetiva.
EL DESCONOCIDO DEL LAGO (Francia-2013), Dirección: Alain Guiraudie, Elenco: Pierre Deladonchamps, Christophe Paou, Patrick D'Assumçao, Jérôme Chappatte,Mathieu Vervisch, Gilbert Traina, Emmanuel Daumas, Fotografía: Claire Mathon (97´-Color).