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21 Jan
21Jan

El siglo XIX en París fue uno de los más prolíficos en muchos sentidos. En el arte por ejemplo surgen movimientos  como el Impresionismo, Puntillismo y Fauvismo. En el ámbito musical genios como Beethoven, Chopin, Saint Saens o Wagner musicalizaban los oídos de quienes paseaban por Montmartre y, ya sobre finales del XIX e inicios del XX, una novedad llamada cine se alzaba como la mayor muestra tecnológica alcanzada por el hombre.Así es como en medio de ese escenario próspero y con la modernidad respirándole en el oído, la ciencia no fue ajena a ese momento histórico. 

Y cuando se habla de los desarrollos llevados por franceses en aquellos años es inevitable mencionar a Charcot, uno de los más grandes médicos e investigadores ya no sólo de Europa sino de la historia de la medicina.Charcot fue médico neurólogo, patólogo (desde donde colaboró con sus conocimientos de Anatomía humana) y, además, uno de los que más tiempo se dedicó a estudiar las enfermedades psicosomáticas o que aparecían en los pacientes como la consecuencia de traumas no resueltos en algún momento de su vida. 

De ese modo, tentado por la duda y la impresión que le provocaba el capítulo de la quema de brujas, comenzó a estudiar en el Hospital de la Salpétriere a un grupo de jovencitas que sufrían una serie de síntomas que, de haber estado en la edad media, hubieran sido quemadas en la hoguera por ser brujas o por padecer de posesión demoníaca.

Pero el siglo XIX fue un siglo que proponía poner en tela de juicio y duda todos los preconceptos habidos hasta el momento y Charcot no se quedaría fuera de esa tendencia. Por entonces comienza a tomar los casos más significativos de histeria (la cual se daba mayormente en mujeres solteras) y con ella, a través del moderno e innovador método de la hipnosis, intenta llegar a la raíz del trauma dejando expuesta su teoría en diferentes congresos médicos y ejemplificando la existencia de la misma, con una base netamente científica y alejada de la superchería en la que muchos la entendían.

Y de eso trata Augustine, de una joven que padece una histeria que paraliza buena parte de su cuerpo y el esfuerzo de Charcot por ayudarla pero a su vez del interés y de la inevitable relación afectiva que surge entre ambos al pasar tanto tiempo en los consultorios y también en los diferentes congresos a los que asisten, en los cuales la joven es inducida mediante hipnosis al estado de histeria, el cual la hace ver frente al auditorio como una joven endemoniada o presa de alguna otra fuerza del mas allá que la obliga a obrar así.

La historia de Augustine es una especie de muestra de las tantas pacientes que atendió el neurólogo a lo largo de su carrera (y que lo llevaron a ocupar ese lugar de privilegio en los anales de la medicina) y que padeció de la extraña neurosis que provocó sensación por entonces y que, finalmente, acabó poniendo en evidencia la necesidad de entender a los enfermos de un modo holístico y no simplemente reducido al ámbito de lo físico.

A lo largo de las casi dos horas que dura, el film reconstruye a la perfección el modo de vida de la época y muchos de los prejuicios de la sociedad que tardaron casi un siglo en desaparecer de la faz de las mentes (aunque muchos de ellos, aún hoy, sigan existiendo) además del rol de los médicos, la relación entre salud y los diferentes estratos sociales y la estigmatización que por entonces se hacía de quien perdía la salud y quedaba fuera del sistema de producción.

Quizás el mayor gancho de la historia resida en no saber cuál fue la causa que provocó la histeria de la protagonista, la cual hace que la trama adquiera un suspenso y también magnifique muchas de las conductas que adopta la joven en relación con el resto de los personajes. (Entre los cuales, el más perturbado es el mismo Charcot).

Augustine es el primer film de la directora Alice Winocour. Hasta el momento esta cineasta había incursionado en el mundo del cortometraje pero apostó fuerte en la elección de su ópera prima. El personaje de Charcot es uno de los más respetados en la historia de Francia y jugarse por él para escribir la historia merece, por sí solo, un reconocimiento.Desde lo técnico la pieza está muy bien lograda y cuenta con una reconstrucción fidedigna de época (la cual se ve en las ambientaciones de los lugares donde transcurre la acción, el vestuario, la música y la brillante  dirección de arte que amalgama todos ellos) además de las muy buenas actuaciones de Soko (Augustine) y Vincent Lindon en el papel de Charcot.

 Una pieza muy interesante, ambientada en el creativo pero oscuro siglo XIX francés y que ofrece la posibilidad de conocer a uno de los más grandes científicos de todos los tiempos y replantearse algunas cuestiones relacionadas con la relación entre quienes padecen una enfermedad y aquellos que forman parte de su entorno y de los cuales no caben dudas que son fundamentales en el proceso de recuperación de los mismos.

AUGUSTINE (Francia, 2012) Dirección: Alice Winocour, Elenco: Soko, Vincent Lindon, Chiara Mastroianni. Guión: Alice Winocour. (122´-Color).  

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