tiempo estimado de lectura : 4
23 Jan
23Jan

¿Hasta dónde es justificable un crimen en nombre del amor? ¿Puede funcionar ese sentimiento como el motor para llevar a cabo los  actos más repudiables o las conductas más irracionales? Cualquier poeta o escritor que se basan en la pasión y el amor como alimento indispensable para la existencia dirían que sí, pero lo cierto es que, cuando aparecen casos en los que el amor se usa para justificar hechos aberrantes, parece ser la psiquiatría y no la literatura la que puede dar la última palabra. 

Y ante la contundencia de ella, todo lo demás, incluso lo más bello y cargado de arte, se desvanece como una pompa de jabón.A diario la prensa mundial da cuenta de crímenes y actos de violencia que se hacen en nombre del amor. Miles de personas en el mundo mueren a diario como consecuencia del "acto de amor" de aquellos que, en nombre de su dios, se inmolan, matan y violan mujeres o derechos según les convenga para llevar a cabo sus planes considerados sacrosantos. 

O a su vez, ciento de mujeres día tras día son víctimas de violencia doméstica proveniente de aquellos que, se supone, en algún momento, les  juraron amor y fidelidad. En definitiva, el amor es un sentimiento tan grande y tan complejo que ya sea en su forma positiva o negativa es capaz de dar rienda suelta a las más bajas pasiones e instintos y lograr con ellos una serie de historias controvertidas, bizarras o dramáticas, al punto de poder ser comparadas perfectamente con cualquier tragedia griega.

La historia que plantea Fabrice De Welz tiene la característica de ser terriblemente realista, tanto que a medida que se va desarrollando la trama, el espectador encuentra similitudes con casos vistos en la televisión o que conviven en el imaginario colectivo. Sin embargo, más allá del crudo y hondo realismo que refleja el film, lo que provoca mayor escozor de esta historia es que, tanto Michelle como Gloria, son iguales a muchos de los seres con los que a diario convivimos,  razón que nos invita a reflexionar acerca de la dualidad que pueden presentar algunos seres humanos que logran esconder muy bien su parte más oscura y mimetizarse con el resto.

Alleluia comienza como una simple historia de engaños amorosos pero acaba como un thriller al mejor estilo de Tarantino o del coreano Chan Wook Park, mentor de una de las venganzas más interesantes que se haya visto en el cine del lejano Oriente. En la obra de De Welz, Michelle es un cuarentón sin escrúpulos que contacta mujeres solas por internet para seducirlas y luego quedarse con sus fortunas. Gloria, una española algo atribulada, inmigrante, sola y con una hija pequeña es tentada por una amiga para concertar una cita con Michelle. 

Gloria trabaja como acomodadora de cadáveres en la morgue de un hospital y cree que nunca más vivirá una experiencia amorosa, por eso la posibilidad de encontrarse con Michelle significa mucho más que una simple cita: es la última carta que intentará jugar antes de resignarse a morir en soledad. La cita con el gigoló encubierto es todo un éxito y terminan la noche juntos en la casa de ella. Al otro día, al levantarse, Gloria se da cuenta que Michelle es el hombre que estuvo esperando toda la vida y hará lo imposible para que éste no se aleje de su lado. 

Y allí es donde comienza a desarrollarse el conflicto que sostiene la trama ya que, al enterarse de las verdaderas intenciones del embustero seductor, lejos de romper la relación le propone seguir juntos y prestarle toda la ayuda necesaria para seguir cazando fortunas y luego poder disfrutarlas luego en pareja. Con ese punto de giro el director deja de contar una historia de amor trunco para desplegar un thriller cargado de suspenso, psicologismo, acción y una buena dosis de terror ya que muchas de las escenas no tienen nada que envidiarle a las más truculentas y sanguinarias sagas policíacas que abundan en la pantalla chica.

Contada en capítulos que se asemejan a la estructura de cuentos (titulados por el nombre de las víctimas que caen rendidas a los pies de Michelle) el film muestra, a modo de panóptico, las actitudes de la pareja que se hace pasar por hermanos y que terminan convirtiéndose en algo totalmente diferente a lo que se habían planteado al inicio y que es la consecuencia inevitable de la debilitada psiquis de Gloria que jamás acepta compartir a su esposo con las mujeres que acaban siendo víctimas de la mente siniestra de ambos.

Desde lo técnico, el film sorprende por el adecuado uso que el director hizo del lenguaje cinematográfico. Conocedor del género y un gran creador de atmósferas, con los diferentes encuadres, planos y tomas que eligió para contar la historia exalta la locura que subyace en cada uno de los personajes y, como si se tratara de un voyeur especializado o de un observador omnisciente, incorpora al espectador dentro de cada una de las escenas en las que se llevan a cabo los crímenes o se experimentan los rituales en los cuales Michelle y Gloria legitiman su accionar invocando la protección de fuerzas malignas.

El otro elemento que merece una mención es el uso intertextual que propone el director y la idea de “Cine dentro del cine” que tanto agradecen los cinéfilos y que dan la idea de un gran conocimiento de la historia del séptimo arte. De esa forma, a lo largo de la historia, De Welz expone afiches, fragmentos y una evocación constante de frases de Humphrey Bogart,  ídolo de Michelle y en quien, al parecer, se inspiró para pergeñar el personaje del gigoló que vuelve locas a las mujeres. (en la escena en la que ambos van al cine a ver una de sus películas él le comenta a  Gloria que Bogart murió de cáncer de esófago y que jamás dejó de mostrarse como un galán, algo que en su mente atribulada significa una cualidad digna de admiración).

Respecto a lo actoral, todo el elenco demuestra una gran nivel dramático (incluida la pequeña Pili Groyne que aparece como la gran revelación del film) y con sus representaciones realizan un aporte considerable para que el resultado final sea más que destacable. Pero lo cierto es que, más allá de ser la protagonista, Lola Dueñas (en la piel de la atormentada Gloria) sorprende al espectador ya que es la primera vez que interpreta un personaje de esas características, totalmente alejado de las caricaturas almodovarianas o a los de las diferentes series televisivas en las que participó personificando personajes secundarios.

Alleluia es una película difícil de encuadrar dentro de un género específico (ya que en su devenir pasa por el romanticismo, el thriller, el suspenso, el terror e incluso el melodrama). Si se la ubica dentro del movimiento denominado “Nuevo cine francés” es una pieza que logra ocupar un espacio importante, casi al nivel de otros films como L´inconnu du lac o Les rencontres d´aprés minuit dejando en claro con ello que puede llegar a ejercer cierta influencia en futuros cineastas que intenten filmar historias en las que convivan las pasiones desenfrenadas y la multiplicidad de géneros.

ALLELUIA (BELGICA-2014), Dirección: Fabrice Du Welz, Elenco: Lola Dueñas, Laurent Lucas, Stephane Bissot, Edith Lemerdy, Helena Noguerra, David Murgia, Pili Groyne, Fotografía: Manuel Dacosse (97´- Color). Este film forma parte de la selección oficial de largometrajes del French Film Festival 2016 en la sección In your face.

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.