Un viejo adagio cinematográfico dice que un mal actor cuando es dirigido por un buen director puede dar como resultado una buena película. Por el contrario, un buen actor dirigido por un mal director supondría un rotundo fracaso. En el caso de Conversaciones desde el odio la fórmula rompe la supuesta regla ya que deja al descubierto dos grandes actrices (Cecilia Roth y Maricel Alvarez) dirigidas por una gran directora (Vera Fogwill) pero que entre las tres no llegan a consolidar una pieza de valor y, al finalizar la historia, el espectador se queda con la sensación de que lo que vio es un proyecto de film con grandes aspiraciones antes que una obra terminada.
Diecinueve años pasaron desde Las mantenidas sin sueños, aquella ópera prima estrenada en 2005 y en la que Fogwill se alzó como una enorme promesa del cine nacional sembrando en el público las ganas de ver más muestras de aquellos universos que la movilizaban y que le daban al cine de entonces una bocanada de aire fresco en medio de la decena de películas que desde hacía unos años se habíam empecinado en contar el drama porteño post-crisis del 2001 de manera monocorde y monotemática. Y lo cierto es que quizás esa espera de casi dos décadas haya jugado de manera negativa en la audiencia argentina que, ante este estreno, tuvo la sensación de que el deseo de volver a ver una obra de la directora colisionara con el producto terminado que finalmente apareció en la pantalla.
A primera vista Conversaciones desde el odio es una película de difícil clasificación. El conflicto planteado (dos mujeres con una diferencia de edad de aproximadamente veinte años se reencuentran después de un largo tiempo y están cargadas de reproches, pases de factura y secretos para confesar) indica que la trama obedece al género dramático pero lo cierto es que, con el devenir de la historia, los problemas eminentemente femeninos que plantea, los traumas que dejan al descubierto las dos protagonistas y el juego psicológico ejercido de una sobre la otra la vuelven una película claustrofóbica, fácilmente previsible y casi cercana a un thriller desabrido que deja la sensación de estar viendo algo que pudo haber sido una gran obra pero que finalmente no lo fue.
Y allí es donde surge la duda de cuál fue la falla que hizo que el film, interesante desde el planteo y con una dupla actoral que parecería imbatible, naufraga hasta el final dejando un enorme vacío y una inevitable sensación de frustración. Ahora bien, si se tiene en cuenta que el film cuenta con momentos más que interesantes (algunas escenas de Roth son para atesorar en la memoria) y se destaca por una lograda dirección de arte, quizás la respuesta haya que buscarla en el guion, el cual estuvo a cargo de la misma Vera Fogwill y de Diego Martínez.
No caben dudas de que durante el proceso creativo ambos pensaron una historia minimalista, pequeña y cotidiana para mostrar las atribulaciones de dos mujeres comunes que eligieron el mundo del espectáculo para sobrellevar sus vidas cargadas de un enorme vacío existencial, pero lo cierto es que, sólo con eso no alcanzó para que se materialice una trama sólida y entretenida. Los diálogos extensos (profundos pero que por momentos se vuelven una letanía en pantalla) el hecho de que los personajes deambulen por el interior de un departamento igual que si estuvieran jugando al juego del gato y el ratón (pasando de un ambiente a otro casi de manera frenética) sumados a la inclasificable conducta que experimenta el personaje de Roth (construido desde una actuación hiperrealista y con una base ética y estética que bordean un kitsch casi de manual) hacen que la experiencia audiovisual no llegue a generar empatía ni mucho menos placer o interés en aquello que se exhibe.
El mayor acierto del film quizás sea la dirección de arte que logra estar a la altura de las circunstancias y que materializa para esos atribulados personajes un escenario oscuro, agobiante y casi de características similares a las de los films noir francés, logrando un casi No-lugar (definido en términos del antropólogo francés Marc Augé) de corte teatral y que se alza como el único espacio posible en el que esas dos mujeres, vencidas y desesperanzadas, puedan compartir por unas horas el infierno común al que están sometidas. Sin embargo, más allá de algunos elementos interesantes como la puesta escenográfica y la dirección actoral, la propuesta de Fogwill no llega a seducir al espectador quien acaba naufragando en un marasmo de palabras sinsentido y que terminan reduciendo el film más en una promesa pasajera que en una pieza memorable.
Calificación: ** (Regular)
CONVERSACIONES DESDE EL ODIO, Argentina-2023, Dirección: Vera Fogwill, Elenco: Cecilia Roth y Maricel Alvarez, Música: María Eva Albistur, Fotografía: Juana Jiménez, Duración: 85´- Color