En Leyendo fotos (libro recopilatorio de artículos dedicados al mundo de la fotografía y publicado en 2002 por La Azotea Editorial Fotográfica) Sara Facio inicia el viaje diciendo “lo que desde 1950 se consolidó como foto-interpretación, visión personal, foto-expresión o ensayo fotográfico no es más que la maduración a la que ha llegado la fotografía en su rol más importante: ser el gran nexo entre el hombre y la realidad. La fotografía es parte esencial de la cultura, y así debemos tomarla”. Y así es como con ese párrafo revelador, se alza como una mujer que, a partir de su obra construida por imágenes, deviene en personaje fundamental a la hora de dimensionar la cultura nacional.
A partir de ese sentimiento de pertenencia cultural fue que la directora Cinthia Rajschmir decidió pensar un documental que rescatara a Sara Facio no sólo desde su obra sino, además, reflejando su fascinante vida, con la cual testimonió los hechos, procesos y personajes más emblemáticos de la segunda mitad del siglo XX, lo cual hoy, a la distancia, no puede ser más que visto como un verdadero privilegio y un claro regalo del destino.
En ese sentido, la elección de la frase Haber estado ahí (para acompañar el nombre de la fotógrafa y que da título al documental recientemente estrenado en la edición Nº 24 del BAFICI) adquiere una dimensión clarificadora e invita a los espectadores a transitar a lo largo de las dos horas que dura el film, la vida y la obra de una de las mujeres más fascinantes que haya dado nuestra cultura y a la que le debemos haber sido una custodia indiscutida del patrimonio visual argentino.
LA MIRADA COMO TESTIGO DEL TIEMPO
En su largo devenir como fotógrafa Sara Facio se transformó en ejemplo de artista y en influencia inevitable para todos aquellos que anhelaban ingresar en el mundo del arte o del universo audiovisual. Así es como Cinthia Rajschmir –realizadora del documental- no fue la excepción a aquella regla y, desde muy joven, se sintió influida por la obra de la fotógrafa. Pero lo cierto es que la gran oportunidad de estar frente a ella le llegó cuando en 2018 inició el rodaje de Cartas iluminadas (dedicada a analizar la relación epistolar que mantuvieron durante años Manuel Antín y Julio Cortázar) y debió contactarla para solicitarle la utilización de la fotografía más famosa del escritor, tomada por ella hacía más de treinta años atrás en París.
A partir de ese primer contacto la directora no sólo cumplió el sueño de conocerla y acceder a su estudio, sino que, teniendo en cuenta la generosidad de la artista, además accedió a los originales y negativos de los cientos de trabajos que hicieron de Facio una artista indiscutida y una mujer bendecida por su tiempo. Sin embargo, lejos de significar la concreción de un sueño, el visionado de aquellas imágenes la llenaron de preguntas y le hicieron caer en la cuenta de que necesitaba pasar más horas con la artista para poder descubrir todo lo que se escondía detrás de cada uno de esos negativos y que debía ser descubierto y compartido con el público por ser una pieza fundamental en el patrimonio visual argentino.
Dicha condición previa es la que explica el tono que logra la directora en las entrevistas y cómo logró generar un vínculo preciosista donde quedan al descubierto una gran admiración de su parte y una enorme generosidad de Sara Facio por compartir parte de sus fotos, aun sabiendo que muchas de ellas están teñidas por sus propios recuerdos, esos que esconden dolores, tristezas, ausencias y la nostalgia por un pasado esplendoroso del que hoy sólo quedan remembranzas (uno de los momentos más emotivos del film es cuando mientras expone imágenes de la serie que le hiciea a María Elena Walsh se queda en silencio, con la mirada fija y exclama graciosa “Bueno basta de recuerdos… sigamos con las fotos”)
El tono afectuoso y los largos momentos compartidos entre ambas se ven acompañados de una serie de imágenes que ilustran de un modo magistral cada uno de los diálogos que se generan en pantalla. Así es como mientras se desarrolla la larga entrevista finalmente editada, se suceden de fondo los emblemáticos retratos de Julio Cortázar, Silvina y Victoria Ocampo, Alfredo Alcón, Pablo Neruda, Leopoldo Torre Nilsson, María Elena Walsh pero también los de cientos de seres anónimos que quedaron frente a su lente mágico y fueron inmortalizados bajo la profundidad de su mirada ( los orilleros del barrio de La Boca, los niños disfrazados en el carnaval porteño, los elegantes hombres del microcentro o el pueblo atravesado por el desconsuelo y la orfandad durante los funerales de Juan Domingo Perón)
Sin embargo, más allá de la riqueza audiovisual que ilustran los diálogos-y que le imprimen al documental una estética cargada de poesía visual- uno de los aspectos que más llaman la atención del espectador es la parte en la cual la directora echa luz sobre la estrecha relación que existió entre Sara Facio y el escritor chileno Pablo Neruda. Con imágenes tomadas in situ en Isla Negra Rajchmir reconstruye a través de esos espacios una de las experiencias más fascinantes que protagonizó Sara Facio y que determinó una enorme amistad con el chileno, pero, también, que por ello su obra fuera censurada en muchas ciudades del mundo (Francisco Franco, por ejemplo, prohibió la publicación de las fotos de Neruda en España por saber su filiación política y su abierta relación con Salvador Allende antes de la muerte de aquel)
A través de ese insert en el documental, Facio pone sobre la mesa una serie de anécdotas increíbles vividas con el chileno tanto en su exilio en Buenos Aires como en su estadía final en Chile (allí aparecen las recorridas por la ciudad de Buenos Aires a bordo del Fiat 600 blanco que la fotógrafa tuvo en sus inicios en la profesión, la predilección del autor por comer peces de río en las cantinas de La Boca o de su afición por encontrar piezas antiguas con valor artístico y que lo llevaron a ser uno de los visitadores más asiduos que tuvo por entonces el barrio de San Telmo)
Por ello, Sara Facio: Haber estado ahí es un notable documental que se supone el producto de una minuciosa investigación de Rajchmir y su equipo respecto de la prolífica vida y obra de la fotógrafa. La admiración y la gratitud de la realizadora hacia el personaje de Sara Facio le imprimen a las entrevistas un tono intimista, afectuoso y que dejan en claro que el mayor logro de la historia no fue la acumulación de datos biográficos o la incorporación de imágenes sino el interesante vínculo que ambas forjaron. El mismo que trasciende la pantalla haciendo partícipe al espectador de la sencillez, la calidez y la amorosidad con la que la artista se expresa como si desconociera o le restara importancia al importante lugar que el mundo de la cultura y del arte ya le reservaron en la historia.
Sara Facio: haber estado ahí. (Argentina) Dirección: Cinthia Rajschmir, Intérpretes: Sara Facio, Guion: Cinthia Rajschmir, Marcela Marcolini, Fotografía: Santiago Mouriño, Fernando Viñuela, Virginia Rojas, Mariana Russo, Sebastián Meléndez, Edición: Liliana Nadal Sonido: Nicolás Cesario Música: Horacio Straijer, Producción: Cinthia Rajschmir, Producción ejecutiva: Graciela Mazza. Duración: 120 minutos, Color