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04 Aug
04Aug

En el siglo XIII en Europa un grupo de sacerdotes se autodenominó “Domini cane” y se instituyeron dentro de la iglesia como los “Perros de Dios” (mención que luego derivaría en la orden de los dominicos tal cual como se legó hasta nuestros días). La función principal de aquella orden era la de alabar, bendecir y predicar la palabra de Cristo aunque hoy, con archivos y una historiografía que lo documenta, se sabe que tuvieron una especial intervención acusando a posibles brujos y brujas en épocas de la inquisición y que muchos de los que finalmente fueron ejecutados, lo hicieron como consecuencia de la acusación de aquellos.

Pero lo cierto es que los grupos dedicados a proteger, velar y hacer que se cumpla la palabra de Dios no fueron privativos de la Edad media ni del viejo continente sino que, en la actualidad, algunos grupos de corte fundamentalista operan en el Islam de la misma forma en que lo hicieron los dominicos por entonces, enarbolando las banderas del Talmud o del Corán y alzándose como verdaderos custodios de la fe, a cambio de ubicarse en un sitio de privilegio ante los ojos de su Dios.

Teniendo en cuenta esa temática, en Vecinos de Dios (ópera prima del director israelí Meni Yaesh) se cuenta la historia de un grupo de jóvenes (Avi, Kobi y Yaniv) que habitan en el Barrio de Bat-Yam en Tel Aviv y que entre las actividades que realizan para sobrevivir, se han propuesto hacer que se cumplan las normas del Talmud en el barrio, para lo cual comenzaron a operar como una verdadera célula parapolicial y ejerciendo violencia para dar el buen ejemplo y que el mal no se apropie de la moral y las buenas costumbres de la sociedad.

Si bien muchos ven en la actitud de los tres jóvenes una conducta ejemplar y digna de ser copiada por el resto, muy pocos advierten que en realidad, detrás de la aplicación fundamentalista del Talmud se oculta una violencia contenida que logrará su punto más alto cuando Avi se enamora de Miri, una joven estudiante no practicante y que intenta vivir de un “modo occidentalizado” lo cual implica un alejamiento a la palabra de las sagradas escrituras.

Con ese punto de giro en la historia, los tres amigos que parecían ser miembros de una cofradía secreta ven peligrar la continuidad de la misma ya que Kobi y Yaniv no aceptan la relación e instan a Avi a que deje a Miri o lo tendrán que hacer a un lado, debido a que rompió el pacto previamente aceptado y por dejarse llevar por una mujer que, a sus ojos, no vale lo mismo que cualquier otra joven practicante.

La historia es una buena excusa para espiar el modo de vida en los modernos barrios de Tel- Aviv y para ver cuál es la escala de valores imperante en sociedades con una arraigambre religiosa tan encarnada.Así es como a través de cuestiones como la amistad, el respeto por la palabra y la promesa,  el cumplimiento de las sagradas escrituras y la necesidad de cumplir con las reglas impuestas hacen que el grupo de jóvenes representen el costado más inquisidor y problemático del dogma religioso.

El personaje de Miri es uno de los más interesantes porque es el que provoca el conflicto y expone a los amigos a que se muestren tal cual son: intolerantes, violentos y fundamentalistas (algo que queda más que claro cuando incendian el auto de los jóvenes  árabes que noche tras noche se pasean con la música a todo volumen por la puerta del bar donde se juntan a fumar, tomar cerveza y pasarse los datos de aquellos que se alejan del cumplimiento de la palabra divina y quedan a merced del pecado, pudiendo en un futuro corromper al resto).

Una película muy recomendable, de corte dramático en su base y con algunos elementos que la tornan por momentos etnográfica, es una excelente opción sobre todo para los amantes de las nuevas propuestas del cine israelí, que en los últimos años viene apostando fuerte a producciones de nivel y está consolidándose a nivel mundial como uno de los más interesantes de medio oriente (tal como quedó registrado luego de su proyección en el Festival de Cannes edición 2012).

LES VOISINS DE DIEU (2012-Israel-Francia), Dirección: Meni Yaesh, Elenco: Roy Assaf, Gal Friedman, Itzik Golan, Música: Shushan, Fotografía: Shahak Paz (94´,Color)

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