Cuando Hideo Nakata lanzó The Ring a finales de los noventa, nunca imaginó que estaba sentando las bases de un interesante movimiento dentro del cine y un nuevo estilo que serviría de inspiración para futuros realizadores. Entre tantos de los que algunos años después de este estreno se sumaron a contar historias de horror con actores orientales, se encuentra el caso de los Hermanos Pang, unos gemelos tailandeses que tomaron algunos elementos del J-Horrror y supieron imprimirle su particular estilo, logrando algunas variaciones más que interesantes dentro del género.
Así es como desde principios del 2000, estos hermanos que nunca antes se habían planteado trabajar juntos en la producción de películas, saltaron a las pantallas del mundo con Bangkok Dangerous, un film en el cual mostraban cierto rasgo sórdido de la ciudad valiéndose de un joven sordomudo que ingresaba en una célula mafiosa y desde allí cambiaba radicalmente su vida. Pero el verdadero gran éxito les llegó de la mano de su segunda obra: The Eye (El Ojo) un verdadero thriller de suspenso con toques de horror basado en la historia de una discapacitada visual a la que le suceden extrañas situaciones luego de recibir un transplante de córneas.
Allí, los hermanos Pang cuentan la vida de Wong, una joven de 20 años que es ciega casi desde nacimiento, y que fue tentada por su médico para recibir un transplante de córneas, lo cual le posibilitará no sólo una mejor calidad de vida, sino que además, le dará la posibilidad de dedicarse de lleno a su carrera de violinista, ya que participa en una importante orquesta de no videntes.
Convencida de que esa será la solución para que su vida recobre la dignidad que ella cree haber perdido, decide afrontar la operación. Pero si bien ésta parece haber salido con total éxito, al cabo de los días empieza a experimentar algunas raras sensaciones que antes nunca había sentido: sombras negras con figuras humanas comienzan a abrumarla por los rincones y se le aparece un extraño niño que le pide que dé el boletín que se cayó en su balcón.
Ante tal parafernalia alucinatoria, la joven decide consultar a su psicólogo y le explica que desde que le han sido transplantadas las córneas, su vida ha girado hacia el lado paranormal, y que entre otras situaciones extrañas, descubrió haber desarrollado capacidades para predecir la muerte de otros e incluso, ver sus espíritus en el mismo momento en que de dejan sus cuerpos.Y como es de esperarse, los médicos creen que todo obedece a un mecanismo de adaptación que desarrolló su cerebro ante el impacto visual recibido después de tantos años, y deciden no tomarla en serio, creyendo que todo se irá diluyendo con el correr de los días.
Pero lo cierto es que el tiempo pasa y la muchacha cada vez presiente más sensaciones que lo único que hacen es colocarla cada vez más cerca al borde de la locura.Finalmente su psicólogo (que para esa altura está perdidamente enamorado de ella) decide romper con las opiniones del grupo que la trata, y se lanza a la búsqueda de los datos personales de la donante que le proveyó las córneas, intentando dilucidar con ello, la causa que ocasiona las extrañas apariciones.
Y las respuestas llegan. Terminada la investigación, el joven terapeuta descubre que la donante fue una muchacha de una aldea de Bangkok, quien se quitó la vida luego de ser apedreada por sus vecinos que la acusaban de ser una bruja y de haber provocado con sus maleficios la muerte de varias personas. Es por eso que ante el dolor y la depresión que le supuso tal injusticia, la joven decidió colgarse en una improvisada soga atada al techo de su humilde habitación.
Teniendo clara esa situación, Wong y su psicólogo se embarcan hacia la aldea de Bangkok para entrevistarse con la madre de la joven, que al principio se niega a hablar, pero luego acepta alojarlos en su casa, para ver si entre los tres descubren por qué la joven eligió a la receptora de sus ojos para comunicar algo que al momento de su muerte le quedó pendiente y que ya no puede seguir acallando en el más allá.
The Eye es una película con muchos toques prestados del J-Horror japonés, pero hay que rescatar que los creativos hermanos Pang hacen su aporte considerable, ya que son los primeros en incorporar en este estilo de mostrar historias de horror, la cualidad de que casi todos los protagonistas de sus películas padecen de alguna discapacidad notable, y que ante la posibilidad de dejar de serlo, lo sobrenatural se impone, casi como un castigo que deben pagar por la no aceptación de intentar una vida feliz con las disfunciones que les ha tocado en desgracia.
Entre algunos otros elementos típicos del horror japonés, en esta obra también puede verse cierta predilección por las locaciones cerradas (casi la totalidad de la historia transcurre en los pasillos del edificio de la abuela de Wong), la elección de personas reales a las que se les imprimen cualidades fantasmagóricas, una paleta de colores con una tendencia a las tonalidades frías (lo cual aumenta el carácter onírico y hasta cinematográfico de las apariciones) y como en todo film digno de este movimiento, un final en el cual a base de mucho sufrimiento de los vivos, se logra la redención del espíritu acongojado y , por ende, una feliz partida hacia los confines del paraíso.
Una excelente muestra del talento de los Hermanos Pang, que sorprende, entretiene, y deja en claro que cuando se tiene un estilo propio, se puede apelar a elementos de estructuras ya probadas sin temor a ser acusados por la crítica como plagiadores de exitosas fórmulas.
El ojo (2002, Hong Kong-Tailandia-Singapur- Inglaterra). Dirección: Oxide y Danny Pang, Elenco: Lee Sin-je, Lawrence Chou, Chutcha Rujinanon, Fotografía: Decha Srimantra, Música: Orange Music. (Color, Duración: 98 minutos).