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01 Feb
01Feb

Una de las grandes catástrofes humanas que trajo aparejado el aumento exponencial del capitalismo en el mundo occidental fue el de la explotación laboral. Con una población activa de clase media que creyó que el menor esfuerzo se podía experimentar a costilla de otro que hiciera el trabajo sucio a cambio de un mísero valor, en las dos primeras décadas del nuevo siglo proliferaron actividades abusivas, mal remuneradas, no reconocidas, exclusivas y discriminatorias. 

En ese sentido, el reparto de comida y compras a domicilio se propagó como reguero de pólvora constituyendo una forma subrepticia –y aceptada- de nueva esclavitud. Durante la pandemia asistimos a diferentes videos en los que se veía a los repartidores motorizados entregando sus pedidos en las grandes capitales del mundo y, dentro de ese cinismo que significaron las reivindicaciones a los “esenciales”, se escondió una siniestra trama que lejos de reconocerlos como verdaderos héroes anónimos los arrojó a la sobreexplotación por parte de las empresas y los corrió del main stream oficial sólo pensado para aquellos que tenían el privilegio de entrar a la aplicación y pedir a gusto, sin pensar siquiera, en todos los riesgos e injusticias que sufren quienes deben atravesar las ciudades con el único fin de satisfacer los caprichos de quienes, distorsión mediante, se autoperciben burgueses. 

El cineasta David Arslanian tomó la posta de tal problemática y decidió llevarla a la pantalla en un interesante cortometraje donde deja expuesto el conflicto moderno e ilumina, a través de Mirko, las miles de historias como esas que suceden a diario en el mundo y en las que pocos –o casi nadie- se detiene a observar. La trama de Carbón refleja las acciones de un corto período de tiempo (tan solo una noche) que transcurre entre el momento en que e Mirko recibe el ultimátum para pagar los meses de alquiler que debe –bajo pena de ser desalojado- y el derrotero que emprende a bordo de su desvencijada bicicleta para hacer el doble de entregas con el objetivo de obtener el dinero necesario y poder sostener su estadía en la vivienda. 

De ese modo, Arslanian parece materializar una versión gala de Los juegos del hambre, arrojando al pobre joven a la jungla de cemento en la que, intentando la salvación, acabará siendo poco menos que un león en el Coliseo romano.

 A medida que las dificultades de la noche caen como fichas de dominó – y con ellas la posibilidad de mantener su techo cuando llegue el amanecer- el protagonista deja al descubierto la oscura trama que sostiene esa actividad en las que el estrés, el maltrato, el riesgo constante y la normalización de los abusos se configuran tras un manto de aceptación que la sociedad echa sobre ellas, en clara actitud para seguir valiéndose de los beneficios que dicha actividad les profiere.

Luego de observar la pieza se arriba a la conclusión de que cualquier amante del cine que haya tenido un acercamiento a lo mejor del Neorrealismo Italiano, verá inevitablemente, con ella, un claro paralelismo con la famosa Ladrón de bicicletas de Ettore Scola, ícono del movimiento y espejo de la sociedad italiana de posguerra y lastimada por los maltratos del Fascismo de Mussolini. 

Y allí es donde el interrogante se amplia como una gota de tinta en el agua e invita a pensar en cuestiones tales como: ¿Cómo es posible que en un cuarto de siglo XXI ya vivido los seres humanos sigamos renovando patrones de conducta y prácticas de desigualdad y discriminación? ¿Qué le faltó aprender al hombre del nuevo siglo de aquel que bien se lo puede definir por las muertes y por la sangre que se llevó en las dos guerras mundiales? ¿Hacia dónde va esta sociedad cada vez más individualista, deshumanizada y con el reflorecimiento de lo peor de la condición humana?

CARBON, obviamente, no aporta respuestas a ningunos de esos interrogantes. Pero los expone e invita al pensamiento. Sólo por eso, bien vale la pena verlo.

El film forma parte de la Competencia Oficial en la sección Cortometrajes del My French Film Festival 2024. Puede verse de manera gratuita y online a través de lapágina del festival, MUBI, QUBITV y TV5Monde  

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