En Tiergarten, uno de los barrios más exclusivos de Berlín -otrora espacio soviético- llama la atención la presencia de una estatua de un soldado ruso de dimensiones gigantescas. Al indagar un poco acerca de esta figura uno descubre que los alemanes les otorgaron a los rusos el espacio para colocar el recordatorio ya que ellos fueron conscientes de lo que significan las pérdidas en nombre de la patria aunque, claro está, ese gesto diplomático y de buena voluntad en nada quita o diluye las atrocidades cometidas por los soldados rusos cuando en tiempos de la Segunda Guerra Mundial tomaron la ciudad por asalto y la dominaron de un modo cruel y despiadado.