En 1933 Michael Curtiz filmó la primera versión de LOS CRÍMENES DEL MUSEO, film de horror dedicado a las locuras que comete un artista desquiciado luego de que incendien el museo de cera donde llevaba a cabo de manera genial su arte. Si bien la historia era muy interesante y tenía todo para transformarse en un éxito de taquilla, no lo fue. Al parecer las limitaciones técnicas de la época no permitieron que se llegue a desarrollar en su totalidad aquella historia que se quería contar y fueron necesarias dos décadas para que se filmara una nueva versión y se lograra con ella la revancha tan esperada.
Así es como en 1953, inspirado en aquella versión casi artesanal de los Crímenes del museo de cera, Andre de Toth (realizador húngaro afincado en EEUU) se decidió a hacer una remake, para la cual pensó desde un primer momento en Vincent Price como protagonista (padre indiscutido del género terror de los inicios del cine americano) y se jugó a hacerla con la tecnología 3D, todo un avance para el cine de la época.
La historia transcurre en el 1900 y narra la vida de un artista (Vincent Price) que logró - gracias a su talento- forjar una interesante colección de muñecos de cera entre los cuales se destacaban los personajes más famosos de la historia. Durante años trabajó cuidadosamente en ellos y sólo alcanzó tener un solo inversor para su museo, que al ver que al artista no le interesaba el dinero sino el reconocimiento por su obra, decide quitarle el apoyo económico y hasta le propone incinerar todas las piezas para cobrar el seguro y con el dinero hacer un museo más grande y mejor difundido y que pueda transformarse en una verdadera atracción en la ciudad.
Ante la descabellada propuesta el artista se niega rotundamente y provoca la ira del inversor, tanto que éste en cuestión de segundos incendia el lugar, dejándolo abandonado entre las llamas totalmente inconciente. Pero la suerte hace que el escultor logre escapar y aparecer un tiempo después, como un verdadero sobreviviente.
En paralelo, el film muestra la vida del inescrupuloso inversor que está enamorado de Caty, una bella joven (interpretada por una Carolyn Jones casi adolescente) y la relación que comienza a forjar con ella. Al mismo tiempo un hombre merodea las calles enfundado en una capa y un sombrero negro ocultando su verdadero rostro que se encuentra totalmente quemado. Ese mismo hombre lo encuentra antes de una de las citas con la joven y lo asesina, haciendo lo mismo con ella, unos días después.
La policía de Nueva York comienza a buscar al asesino serial y ladrón de cadáveres de la morgue y se despliega un gran dispositivo que tiene en vilo no solo a toda la ciudadanía sino también a Sue, la mejor amiga de Caty, a la cual se la aparece en reiteradas oportunidades el monstruoso hombre de la cara incinerada con lo cual presagia que podría ser la próxima víctima del anónimo asesino.
Mientras tanto en el antiguo museo de cera incendiado, se produce una reunión entre el escultor -que para sorpresa del espectador se descubre no sólo vivo sino intacto- y un grupo de inversores que le ofrecen una suma millonaria para financiarle la reconstrucción de cada una de las obras perdidas por el incendio y que las exhiba en un nuevo museo, el cual piensan publicitar como la gran atracción de la ciudad.
Como si se tratara de una ópera o una pieza teatral la cámara funde a negro y un rojo telón de terciopelo exhibe la leyenda Intervalo. La imagen siguiente una vez abierto el plano deja al descubierto el día de la inauguración y la cantidad de gente que aguarda pacientemente ingresar para ver las maravillas restauradas del talentoso escultor que volvió de la muerte.
Al ingresar en el museo, la amiga de Cathy reconoce en la escultura de Juana de Arco el rostro de su amiga y comienza con ese primer indicio, una serie de dudas e investigaciones que dejarán al descubierto un siniestro plan que se esconde detrás de los rostros de cada una de las estatuas que dan vida al museo de cera.
El film supera ampliamente la versión primigenia de la década del 30 y, si bien transcurre en los inicios del siglo XX, se anticipa a la estética psicodélica que adoptaron varios de los éxitos de la década del 60 (Como la serie Batman y Robin, La saga de la Pantera rosa de Peter Sellers o la recordada Mi bella genio). En cuanto a la estética lograda esta pieza es una verdadera obra de arte y la versión remasterizada del 3D deja al descubierto la gran labor de los vestuaristas y puestitas de escena ya que a través de ellos la reconstrucción de la época es realmente genial.
Durante los noventa minutos de película el clima de thriller psicológico y las escenas compuestas con un gran nivel estético transportan a espectador por una verdadera montaña rusa en la que se sentirá parte de lo que les suceden a cada uno de los personajes.
Sin lugar a dudas LOS CRIMENES DEL MUSEO DE CERA, además de una entretenida historia contada de modo magistral, es un gran ejemplo de cómo se entendía el género de terror en los inicios del cine americano. Y si a eso se le agrega la estelar participación del inolvidable Vincent Price la ubican en un lugar de privilegio dentro de la historia del cine clásico mundial.
LOS CRÍMENES DEL MUSEO DE CERA (EEUU, 1953) Dirección: André de Toth, Elenco: Vincent Price, Carolyn Jones, Frank Lovejoy, Phillis Kirk. Producción: Bryan Foy, Música:David Buttolph, Maquillaje: Gordon Bau, Fotografía: Bert Glennon. (90´, Color)