1979 fue un año particular para el mundo policial argentino ya que a la ola de atentados terroristas que asolaban a la Capital Federal mientras promediaba la última dictadura se sumó la detención de Yiya Murano, la envenenadora de Montserrat quien envenenó a varias de sus amigas con el firme propósito de asesinarlas y evitar, así, tener que devolverles el dinero que aquellas les habían “prestado” para que ella los colocara en diferentes inversiones de bolsa y los duplicara en volumen. Así es como por entonces los medios de comunicación hicieron lo suyo y el tema no sólo se transformó rápidamente en agenda sino que, además, muchos seguían los avances de la investigación como si se tratara de una novela televisiva.