Quien en los años ochenta en Argentina sintonizaba canal 9 sabía que asistía a una experiencia hipnótica que, dependiendo el tiempo que tuviera libre para despuntar el vicio de espectador, podía traducirse en unas cuantas horas desde la mañana hasta entrada la madrugada. Por entonces, también, un viejo eslogan del canal inmortalizado una década antes rezaba: “Del nueve nadie me mueve” y, para los años en que José de Zer le puso color al noticiero con sus apariciones extraterrestres o acampando en casas embrujadas, la emisora a cargo de Alejandro Romay ya había patentado a un par de mellizas (las recordadas hermanas Serantes quienes saltaron a la fama siendo niñas como “Nu” y “eve”, las mellicitas del nueve) había alojado en sus estudios nada menos que El Club de Anteojito y Antifaz y gozaba el reinado que le imprimía su condición de “Zar de la televisión argentina”.