La complejidad de los encuentros navideños suele ser uno de los grandes tópicos de nuestro cine nacional. Tal como sucede en Felicidades (de Lucho Bender) o en Una de judíos en el espacio (de Gabriel Lichtman) queda claro que las familias argentinas suelen utilizar dicho evento para exponer sus diferencias, expresar desacuerdos, tejer alianzas de último momento o bien para ponerse a prueba en el uso de la ironía y, en ese sentido, El cuento del tío aparece como una muestra más de esas comedias navideñas en las que los personajes, lejos de imbuirse de la paz del nacimiento del niño Jesús, terminan con el santo encima y experimentando situaciones que merecerían un exorcismo.