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25 Aug
25Aug

Antonio lleva a su hijo Jerónimo a pasar unos días en el ambiente de la sierra ya que el joven está medicado (nunca se explicita por qué aunque por los medicamentos todo indica que se trata de un cuadro depresivo). Así, sumidos en una incomunicación atroz, Jerónimo y su padre casi ni cruzan palabra, con lo cual la convivencia en la cabaña se presenta, desde el inicio, como muy difícil.Y la muestra de esas dificultades llega la primera noche que pasan allí, cuando Jerónimo se despierta en medio de la noche por la aparición de una araña de grandes dimensiones, peluda, con formas monstruosas y que le dan la pauta desde su estética que se trata de un animal venenoso. 

Pero todo se vuelve más dramático aún cuando, luego de matarla, el joven se da cuenta de que fue picado por ella y que se le empieza a dormir el brazo.Despierta a su padre en medio de un griterío y le suplica que lo lleve al hospital, y si bien su padre cree que todo se debe a una paranoia producto de los medicamentos, accede a bajar al pueblo y hacerlo atender. Una vez allí la médica de guardia le aplica un corticoide y le dice que no se preocupe, que “el ecosistema está cambiando” y se están viendo insectos que antes jamás habían visto en la zona.Regresan a la casa para seguir con su descanso pero, al otro día, al levantarse Jerónimo no sólo encontrará muerto al gato que la noche anterior revolvió la basura y se comió la araña sino que, además, ve que la herida de su brazo comienza a hacerse más grande. 

A partir de ese momento se da cuenta de que no puede contar con su padre (quien creyó a rajatabla las palabras de la médica) y decide consultarle a la jovencita que les entregó la llave de la cabaña si le puede contar algo acerca de la araña.

La joven accede y le aconseja ir a la casa de un curandero de la zona que parece ser el único que puede ayudarlo con el problema. Una vez allí, el hombre lo revisa y le saca un gusano del agujero que tiene en el brazo, y le informa que la araña que lo picó es conocida como la araña vampiro, y que para su desgracia, el proceso es irreversible y está en la cuenta regresiva. Al oír eso el joven entra en un estado de pánico lógico y el hombre le revela que la única forma de salvar su vida es logrando que una araña de la misma especie lo vuelva a picar (tarea para nada fácil ya que no es común ver a esos insectos).

Minutos después, el curandero habla con un pueblerino que acepta subir a la montaña y acompañar a Jerónimo para que ingrese en la gruta de las arañas y pueda salvar su vida. Para entonces el tiempo del joven cotiza en oro y el acompañante designado, con cada paso que den alejándose de la base, dejará en claro que es un ser desquiciado hasta el punto tal en que se preguntará quien fue más perjudicial para su vida, si la letal picadura de la araña o el pueblerino que habla solo, casi ni se dirige hacia él y que repite frases del tipo de “Esto es el apocalipsis, todos tenemos que morir, no tiene que quedar un solo humano vivo”.

A su paso por los más variados paisajes (que parecen estar sincronizados con los cambios de ánimo que van sufriendo ambos) Jerónimo descubre que no sólo su acompañante está loco sino que, además, comienza a sufrir los efectos de la abstinencia luego de que un ataque de furia estrelle su botella de ginebra contra una roca y no tenga más alcohol hasta el final de la historia.

Lo que sucede de allí en mas es un espiral que lleva a ambos personajes por un carrousel de emociones y la sensación de que pueden perder la vida en cada minuto, y debido a ello, parece darse en Jerónimo un proceso que demuestra la reversión del cuadro depresivo que en apariencias tiene ya que se da cuenta de que no quiere perder su vida, ni por la picadura letal ni por el desquiciado que lo acompaña quien, para esa altura de la trama, se transformó en el dueño de su vida.

La historia remite inevitablemente a algunos cuentos de la literatura fantástica argentina escritos por Horacio Quiroga o Bioy Casares. La aparición del insecto mortal (tan eficaz en la literatura y el cine) como los aspectos psicológicos de los personajes transforman a la película una verdadera pieza de culto.Además de la interesante labor interpretativa de Martín Piroyanski (quien logra darle al personaje de Germán las características requeridas para la historia) son dignos de destacar el maquillaje y los efectos especiales, que funcionan como uno solo dadas las condiciones del personaje que no sólo aparece con un demacramiento progresivo sino también del brazo que, para el final de la historia, parece salido de cualquier fotograma de la recordada serie V Invasión extraterrestre.

La música es, sin lugar a dudas, el otro elemento que le da una gran identidad al film. Con la elección de las bandas  Shaman y los hombres en llamas y Prietto viaja al cosmos con Mariano hacen del film una pieza innovadora y vanguardista, a la vez que supera ampliamente el objetivo para el cual se usa la música en cine (la estrofa cantada de Al final del viaje nos espera el ataúd es la mejor metáfora y significación que se le puede dar a la historia de Jerónimo).

Por todo ello el film es muy recomendable no sólo por el riesgo que implica incursionar  en un género que tan poco se utilizó en el cine nacional, sino porque, además,obtuvo dos de las menciones más importantes del BAFICI 2012 al alzarse con el premio a Mejor película y Mejor actor para el trabajo de Martín Piroyanski.  

Calificación: *** (Buena)

LA ARAÑA VAMPIRO (2012-Argentina), Dirección: Gabriel Medina, Guión: Gabriel Medina, Nicolás Gueilburt, Elenco: Martín Piroyansky, Alejandro Awada, Jorge Sesán, Gervacio Usaj, Ailín Salas, Paula Ituriza, Fotografía: Lucio Bonelli, (92´,Color) 

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