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11 May
11May

En la historia del cine hay directores que se enrolan dentro de un movimiento artístico y, desde allí, forjan su carrera. Otros, por el contrario, no encajan en moldes preestablecidos y por ello son considerados iconoclastas. En nuestro país no hay muchos casos de "creadores de estilo" mas alla de algunos casos puntuales como los de Leonardo Favio o Eliseo Subiela y lo cierto es que la gran mayoría de realizadores de los últimos cuarenta años de domocracia -mal que les pese o que intenten negarlo- resulta fácil clasificarlos o emparentarlos dentro de alguna corriente conocida.

Así es como en su largo devenir por mas de un siglo de producciones nacionales, el cine vernáculo esconde algunos realizadores que no sólo contaron con un enorme talento para ser considerados iconoclastas sino que, además, demostraron en su obra portar una particular e interesante mirada aunque en varias oportunidades hayan terminado castigados o difamados por atentar contra la moral y las buenas costumbres que el país había adoptado como aceptables y libres de pecado. 

En ese sentido, uno de los casos más emblemáticos en la historia del cine argentino es sin dudas el de Jorge Polaco. Dueño de un enorme talento, poseedor de un gran conocimiento de la cinematografía universal y dotado para dirigir actores y lograr con ellos verdaderas piezas de culto, despues de su muerte ocurrida en 2014 pasó a integrar el listado de "recuperables" y a esperar que el destino hiciera lo suyo cuando se diera la ocasión. Y el momento de la reivindicación le llegó antes de lo esperado, de la mano de una mujer y en una coyuntura política particular en la que los paradigmas del arte y la cultura nacional se encuentran tan corridos y distorsionados como muchas de las historias que él supo contar y que les endilgó a sus seres de fantasía con los cuales logró cuentos exquisitos y estrambóticos en proporciones iguales. 

De ese modo, y bajo esos dos conceptos, fue que Polaco elaboró un estilo propio aunque en varias oportunidades, lejos de ofrecerle el reconocimiento que merecía, lo expuso a situaciones que lo dejaron al borde del abismo o parado sobre la delgada línea que divide al mundo entre los "derechos y humanos" de aquellos que parecían haber hecho de los siete pecados capitales una regla de oro y no una excepción. Así, con la espada de Damocles sobre su cabeza, los universos materializados en Diapasón (1986) En el nombre del hijo (1987) Kindergarten (1988) La dama regresa (1996) Viaje por el cuerpo (2001) y El Principe azul (2013) lejos de considerarse perlas del séptimo arte, se volvieron esquirlas que apuntaron sobre su cabeza y que sirvieron de argumentos a la hora de catalogarlo como corruptor de menores, pedófilo, apologeta del abuso en todas sus formas, amoral, invertido y emblema de una psicodelia peligrosa y repulsiva en partes iguales.

POLACO: UN CREADOR DE UNIVERSOS, ATMÓSFERAS Y MENTALIDADES

Atravesar el dom que supone ingresar al cine de Jorge Polaco no es tarea sencilla. Para quienes tienen sobre sus espaldas mas de cuatro décadas, su cine representa el recuerdo de las denuncias en su contra, los juicios, los alegatos en diferentes programas de televisión, la defensa a ultranza de sus actores, los pedidos de intelectuales para que lo consideraran un genio incomprendido o la elección de una anciana decadente e incomprensible (Margarita Moreira o "Margotita") a la cual catapultó como su fetiche y un extraño símbolo de erotismo de fin de siglo. Por el contrario, para las nuevas generaciones que no se criaron bajo la cultura cinematográfica florecida en democracia, Polaco resulta simplemente un personaje excéntrico, bizarro y que lejos de ser considerado un creador de adorables criaturas e historias rebosantes de imaginación sólo mueve a risas descalificadoras esgrimidas en la oscuridad de cualquier sala de festival de cine independiente.

Pero lo cierto es que Polaco es mucho más que lo que el reduccionismo nacional supo materializar bajo esas dos interpretaciones. Claramente, en sus filmes los cánones y las reglas éticas y estéticas no tienen el mismo sentido que en el resto de los cineastas y eso es lo que le permite no sólo contar historias que se devanean entre el psicologismo y el mundo de los sueños sino que, además, le permite legitimar algunos seres salidos de su imaginación como capaces de sentir, vibrar y desear de un modo contrario a lo que establecen las sociedades en las que fueron concebidos. Así es como en su universo los niños pueden deambular desnudos entre los adultos vestidos -sin que ello suponga ningún tipo de carga o aberración sexual- o los ancianos exponer sus genitales en cámara como si se tratara de niños puesto que, en su cosmovisión, niñez e infancia representan dos caras de una misma moneda y que,en ambos casos, pueden experimentar deseos, pasiones y pulsiones tal como lo hacen el resto de los mortales en edad sexualmente activa. 

Hoy, vista con la distancia epocal y la aparente evolución que demostró la sociedad argentina, su obra adquiere otro sentido y deja en claro porqué en los años ochenta y noventa fue el blanco de ataques provenientes desde los sectores mas conservadores y reaccionarios  de la topografía social vernácula. Luego de los años de última dictadura cívico militar y de la "batalla cultural" proferida a la población a base de represión y tortura, los espectadores argentinos parecían no estar preparados para recepcionar una obra con las características de Polaco.

Por ello, el docu-homenaje que María Onis propone en este BAFICI Edición 25 adquiere un doble propósito: por un lado reivindicar la figura de Polaco como cineasta y, por el otro, desentrañar las condiciones y factores que hicieron que su obra sea considerada una fruta prohibida dentro de la cinematografía nacional. Con esas dos batallas cargadas sobre sus hombros, durante casi noventa minutos la cineasta expone la figura de Polaco con un croma de fondo en el que pasan de manera amorosa y nostálgica un rosario de testigos que lo conocieron y trabajaron junto a él (Graciela Borges, Fernando Noy, la filósofa Ester Díaz, el Rector de la facultad de Filosofá y Letras de la U.B.A. Ricardo Manetti y el cineasta Goyo Anchou, entre otros) en el cual reconstruyen- a través del relatos y anécdotas personales- retazos de su vida y de su obra.

Jorge Polaco en formato documental es una obra que se agradece en tiempo presente y que mucho más se agradecerá cuando, dentro de algunos años, se transforme en el primer intento de reivindicación de cineastas argentinos que por sexo, política o filiación partidaria fueron denostados y marginados en el mundo del séptimo arte y que merecen su revancha, no sólo en nombre de la historia sino de la cultura nacional.

Calificación: *** (Buena)

JORGE POLACO (2023, Argentina) Nevada Cines, Dirección: María Onis, Elenco: entrevistados varios, Música: María Onis, Fotografía: Rusi Millán Pastori, Fernando Mántaras (Duración: 105' - Color)

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