Desde que Bram Stoker conmovió al mundo con su historia del vampiro más famoso, tanto la literatura como la mitología (e incluso la antropología) supieron enumerar algunas de las condiciones básicas y necesarias para que estos personajes pudieran sobrevivir y no morir en el intento. Entre tantas otras, una de las cosas que más llamaron la atención de los vampiros era esa envidiable posibilidad de poder perpetuarse a lo largo del tiempo y de sobrevivir a todos sus contemporáneos, aunque claro está que el concepto de eternidad que manejaba Stoker allá a fines del S. XIX era muy diferente al que se maneja hoy (por entonces había cuestiones que se creía que nunca iban a cambiar y sin embargo hoy, en el mundo actual, las condiciones para que mantengan la eternidad deseada se vieron algo adulteradas).
Así es como los vampiros que fueron condenados a vivir eternamente hoy deben sobrevivir en un planeta globalizado, con un proceso de aculturación importante, con enormes problemas climáticos, con una carencia de agua que se acrecienta con el tiempo y con una sangre que no es el maná dador de vida sino que, en los últimos dos siglos, se transformó en el espacio en el cual se desarrollaron las más inexplicables enfermedades.
Es por eso que, teniendo en cuenta las problemáticas del mundo actual, no es difícil inferir que si Stoker o Byron hubieran vivido en la actualidad se les hubiera complicado mantener vivos a sus románticos vampiros en un mundo contaminado por las drogas sintéticas, el alcohol, el HIV, el demoledor stress urbano, la falta de romanticismo y otras tantas plagas posmodernas que asolan a la humanidad y la alejan de la bohemia y la posibilidad de soñar amores eternos. Sobre este tema es que el director americano Jim Jarmousch ideó su última película Solo los amantes sobreviven, una historia interesante que muestra la vida de un puñado de vampiros que intentan sobrevivir en un mundo que se alza como muy diferente de todos los que ya han experimentado y que cargan con sus ajetreados cuerpos y espíritus como si se tratara de un denso equipaje que no pueden quitarse de encima.
Los primeros planos muestran a Eve (interpretada por Tilda Swinton), una enigmática mujer envuelta en un velo y que camina por las oscuras calles de Tánger en busca de su maestro espiritual para que le provea “sangre de la buena”. Al llegar al bar Las mil y una noches se encuentra con un simpático anciano que en nada parece pertenecer al mundo de las tinieblas y emprende el regreso a su hogar. Ya en su casa y rodeada de libros de todos los idiomas (los vampiros de Jarmousch tienen la cualidad de ser de los más intelectuales que haya dado el cine), la sensual vampira se comunica a través de su i-phone con Adam (Tom Hiddleston) que es un músico gótico que vive en una casa abandonada en el rincón más ermitaño de Detroit.
Luego de mantener una videoconferencia (de las más originales y creativas que se hayan visto) la mujer decide tomar un avión y volar a Detroit cuanto antes ya que notó el cuadro depresivo por el cual atraviesa el músico y es consciente de que sólo ella puede sacarlo de ese estado. Así es como en cuestión de horas Eve se traslada a Detroit y allí pasan algunos días como los enamorados que supieron ser en diferentes épocas del pasado compartiendo la eternidad.
Durante ese tiempo ambos personajes desnudan sus almas frente a la cámara y logran establecer con el espectador un sentimiento de complicidad y comprensión tal que durará hasta el final (y que hacen que éste sea lógico y deje fuera cualquier posibilidad de juzgamiento respecto de la necesidad de los vampiros a la hora de realizar ciertas prácticas o conductas algo detestables para el ojo humano) Pero lo cierto es que los vampiros de Jarmousch no solo son queribles por la delicada situación que les toca vivir en el presente (de terrible desconcierto y con cierto temor hacia el futuro) sino porque, además, se advierten en ellos rasgos de humanización más que interesantes y que aparecen como la resultante de una vida eterna que, inevitablemente, acaba con los cuerpos, las mentes y los corazones de aquellos que la padecen.
De esa forma y lejos del estereotipo del vampiro monstruoso y frío que sólo se relaciona con los demás para encontrar una fuente de sangre, estos vampiros sienten, sufren, viven, bailan, lloran y tienen ética y moral, algo muy difícil de encontrar en personajes del mismo estilo.La historia de amor entre Eve y Adam en realidad es la excusa para que Jarmousch corra el telón y deje entrever una historia que vuelve sobre el espíritu romántico del vampirismo tal como lo desplegaron Byron o Mary Shelley (de hecho Adam se guarda para sí la anécdota en la que supo jugar ajedrez con ellos dos) y logre además, recrear la atmósfera gótica tan característica del género.
El film es un verdadero hallazgo de los últimos tiempos. En una época donde las grandes cadenas de televisión multiplican series de vampiros disfrazadas bajo los más diversos géneros, la propuesta de Jarmousch aparece como una gema, muestra del particular estilo del director y de su conocimiento de diferentes ramas del arte, las cuales aparecen perfectamente amalgamadas y que obran en favor del resultado final. Con un guión original, excelentes actuaciones (que demuestran claramente una adecuada dirección de actores) y la música como unode los elementos más destacables (desde los originales discos que escuchan Eve y Adam hasta la sublime escena en la que la cantante libanesa Yasmine Hamdam canta en un intimista bar marroquí ante una decena de turistas) el film de Jarmousch es una pieza imprescindible dentro del género de vampiros.
Sólo los amantes sobreviven es una pieza que por su trama y por su estética trasciende el mote de film y alcanza un lugar de privilegio dentro de la categoría del cine de autor, puesto que tanto el aspecto indie como el afianzado e innovador estilo que demuestra a la hora de filmar colocan a Jarmousch perfectamente dentro de ese grupo. Definitivamente, donde hoy están sus films, en pocos años, habrá seguro un reconocido iconoclasta.
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SOLO LOS AMANTES SOBREVIVEN (2013-Reino Unido) Dirección: Jim Jarmousch, Elenco: Tilda Swinton, Mia Wasikowska, John Hurt, Anton Yelchin, Slimane Dazi, Jeffrey Wright, Guión: Jim Jarmousch, Música: SQÜRL, Fotografía: Yorick Le Saux. (123´-Color)