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13 Jan
13Jan

El nuevo cine francés está virando su mirada hacia muchas de las temáticas sociales que parecen ser la consecuencia de que algo no se está haciendo bien desde el inminente avance de la globalización. Y si a eso se le suma que históricamente los franceses fueron el ejemplo de las cuestiones que suceden en el mundo occidental, el cine, por mas pequeño que sea, termina siendo una muestra de muchas de las injusticias y desigualdades que se viven en la mayoría de los países del Occidente.

Así es como ligada a esa línea, el director rumano Liova Jedlicki se entromete con la prostitución de mujeres ilegales en París (un tema que exhibe desigualdad y abuso de poder por partes iguales) y logra con ella una pequeña fábula urbana que descubre una realidad y es la que difiere de lo que muchos piensan que es alcanzar una buena vida en uno de los países más desarrollados, cultos e igualitarios del viejo mundo.

En el film se ve a una joven rumana que es golpeada, violada y ultrajada en las afueras de París por siete hombres rumanos. Ante su desconocimiento de la lengua deben contratar a un traductor que se transformará en la voz que a ella le falta, por ignorancia y por el estado de shock en el que se encuentra luego de haber pasado por tan terrible momento. 

Pero luego de recibir atención médica deben ir a la comisaría para ampliar la confesión de la joven y allí surge el problema: la policía, quien se supone que deben protegerla por su rol de víctima, sabiéndola rumana, la somete a un interrogatorio donde por momentos la joven siente un ensañamiento contra su persona al recibir un trato bastante alejado de los principios de igualdad, legalidad y fraternidad que profesan los franceses.

El corto si bien es sencillo cuenta con un guión excelentemente escrito y lleno de pequeñas escenas que a veces transmiten mucho más por los silencios de los personajes que por los diálogos, que también los hay y muy profundos. Las actuaciones, además, demuestran el enorme talento que hay en los países de Europa del este ya que logran ponerle la piel a personajes cargados por conflictos densos y situaciones discriminatorias como las propuestas en este corto (y que son una constante dentro del cine rumano de las últimas dos décadas).

Solitudes es un cortometraje digno de ver y que debería servir para reflexionar acerca de qué es lo que sucede en las sociedades modernas de países desarrollados donde las cuestiones de integración suelen ser el punto de inflexión y que, en muchos casos, lejos de estar a la vanguardia que prodigan, remiten a las peores épocas de tiempos pasados.

SOLITUDES (Francia-Rumania-2012) Dirección: Liova Jedlicky, Elenco: Madalina Constantin, Razvan Oprea. (17´-Color). 

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