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02 Jul
02Jul

Entre algunos de los debates que a diario se llevan a cabo en las cabezas de los ciudadanos, aquellos relacionados con la ley, la moral, el honor y la seguridad podría decirse que son los que más opiniones encontradas (y desencontradas) generan. Tal parece ser el caso del policía que muestra en cámara Porumbuiu en Policía adjetivo, quien tiene en sus manos la investigación de unos adolescentes (dos varones y una jovencita) quienes se saben que fuman hachís en una plaza, a un costado de donde decenas de niños juegan solos, sin la compañía de sus padres.

El jefe de policía y superior de Cristi cree que uno de los jóvenes es el que ofrece la droga a los otros dos, razón por la cual bien vale una investigación y un posterior procesamiento del menor. Así es como Cristi deberá pasar una buena cantidad de horas a la intemperie en el duro invierno de Brasov (ciudad rumana pequeña si se la compara con Bucarest)  intentando recabar la mayor información posible para poder contar con elementos que inculpen a cualquiera de los dos adolescentes.

Pero Cristi comienza a sentir que él no es nadie para perseguir a los tres jóvenes que lo único que hacen es fumar entre ellos, ya que jamás los vio ofrecérselos a los niños de la plaza o de algunos de sus compañeros de colegio. De ese modo, el policía comienza a poner en duda y tela de juicio su proceder como miembro de la fuerza policial, que se reconoce como el resultante de un momento histórico ya que (en sus propias palabras) lo que hoy está estipulado como ilegal mañana puede no serlo y él no quiere cargar en su conciencia el haber enjuiciado a unos jóvenes por un acto que él cree, no es tan grave.

Pese a la lucha interna en la que se ve sumido cada mañana cuando tiene que Salir a perseguir a los jóvenes, Cristi se esconde detrás de construcciones, autos o negocios y, desde allí, intenta encontrar algún dato que le sirva para testimoniar en el expediente judicial que los superiores están armando. Así es como un buen día logra dar con uno de los dos adolescentes y consigue que éste se transforme en “soplón” y le provea toda la información que estaba buscando para poder enjuiciarlo, pero lo que consigue, lejos de corroborar sus certezas es aumentar aún más sus dudas.

El film si bien es una historia muy interesante (no todos los días se ven historias de policías que se plantean su rol en las fuerzas y la capacidad para entrometerse en la vida de los demás amparado en la idea del bien común) está contada en un tono y una dinámica que aparecen como lentos para los ojos del espectador (la cual parece ser una cualidad del cine rumano).

Sin dudas la mejor escena de todo el film es la que Cristi debe ir a ver al jefe de policía y le explica lo mal que se siente con el caso que le dieron. El jefe se burla de él y le pide que defina lo que es la conciencia, para luego hacerle buscar en el diccionario el verdadero significado junto al de otras palabras como moral, ley y policía (todas las que, según el jefe, desconoce el verdadero concepto que engloban) con lo cual sume al ataviado policía aún más en un mar de dudas.

Policía adjetivo es una película con una historia simple pero con un mensaje muy profundo. El rol de antihéroe que muy bien representa Dragos Bucur expone una problemática que muchas veces desde afuera se cree que no puede darse en esos ámbitos. La lucha de valores, el papel de las convicciones, el sentirse parte de un sistema falaz y la idea de que siempre se puede cuestionar o cambiar algo en este mundo son los aspectos que enriquecen la historia y humanizan a un colectivo que suele aparecer como frío, calculador e inescrupuloso.                                                

POLICIA ADJETIVO (2009-Rumania) Dirección: Corneliu Porumbuiu, Elenco: Dragos Bucur, Vlad Ivanov, Irina Saulescu, Ion Stoica, Marianu Grenea, Cosmi Selesi. (HBO Rumania, 110´-Color).

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