En los años en los que Nicolae Ceausescu ejerció el poder en Rumania (1976-1989) la cultura y el mundo del arte fueron objeto de censura ya que veían en ellos un espacio propicio que alojara el germen revolucionario y que pusiera en peligro el sostenimiento del régimen comunista. Por entonces, como una consecuencia lógica de la Guerra Fría, Estados Unidos instaló Radio Europa Libre, una emisora que transmitía a todos los países del este europeo y Moscú con el objetivo de llevarles las noticias, novedades y debates que el soviet comunista les cercenaba amparados en las extremas políticas de censura que ejercía sobre todos los medios de comunicación.
Sin embargo, más allá de que aquella emisora se autoproclamaba libertaria y comprometida con la verdad y la noticia, en el fondo escondía un órgano anticomunista financiado por los Estados Unidos con la finalidad de cooptar las cabezas de los jóvenes comunistas que habitaban aquellos países y que eran capaces de hacer cualquier cosa para poder acceder a la música de los Beatles, los Doors o los primeros hits de Michael Jackson o Madonna.
De esa forma, a lo largo de los casi cuarenta y cinco años que duró la estructura soviética en el viejo continente, los países del este mantuvieron una extraña relación con la emisora ya que la utilizaban no sólo como un medio para acceder a los bienes culturales que se producían al otro lado de la cortina de hierro sino porque, en muchas ocasiones, intentaban enviar mensajes para denunciar algunas cuestiones que se sufrían al interior de las fronteras y que ningún medio de prensa oficial se animaba a levantar dado que el mismo estado era el que ejercía el control sobre ellos y determinaba las políticas de difusión y publicación de contenidos.
Según consta en fuentes oficiales, en 1972 un grupo de jóvenes estudiantes experimentó una situación compleja referida a la emisora Radio Europa Libre y ello es lo que motivó a Alexandru Belc a llevarla a la pantalla grande. Los acontecimientos que narra Metronom tuvieron como sujeto a un grupo de jóvenes pertenecientes a un instituto de escuela media de Bucarest que un día, invitados por una compañera que estaba sola en la casa (a consecuencia de que sus padres estaban de vacaciones) y decide hacer una reunión con la intención de juntarse con aquellos a escuchar música, beber, fumar y charlar.
Pero lo cierto es que en el encuentro los jóvenes escuchan vinilos prohibidos por el aparato de censura, beben y se ponen de acuerdo en escribir una carta a la Radio Europa Libre, pidiéndoles que intercedan por ellos ante los jefes de estado para que les permitan acceder de manera legal a los contenidos de la emisión. Ahora bien, alguien que se supone salió de su mismo seno, los traicionará dando aviso a la Securitate (policía secreta que realizaba tareas de espionaje e inteligencia) y cuando los adolescentes están en plena fiesta de música, alcohol y tabaco, terminarán víctimas de un violento operativo que los detiene ilegalmente y que los obliga a culparse entre ellos con el único objetivo de que digan quien era el responsable que llevaría la carta a un miembro de la radio, configurando con ello, lo que los comunistas rumanos consideraban una alta traición a la patria.
A partir de ese momento el director despliega una serie de micro tramas siendo la de Anna - la protagonista- el mejor ejemplo de cómo funcionaba el tráfico de influencias en aquellos años y de cómo, quien tenía una buena reputación y un compromiso demostrado con el partido, accedía a una serie de beneficios que el resto no (el padre de la protagonista es uno de los catedráticos más importantes en derecho que tiene la universidad de Bucarest). Por ello, luego de mover muchos de sus contactos y de haber entregado información que perjudicaba a algunos amigos de su hija, logra su liberación, aunque no sin ocasionarle otro problema que es del dejarla frente a aquellos como una verdadera traidora.
Metronom de Alexandru Belc es un claro ejemplo de cómo el cine va mutando de acuerdo a como se comienza a alejar de aquellos traumas que intenta reflejar. Si se tiene en cuenta que desde que ocurrieron los acontecimientos narrados hasta hoy pasaron poco más de 50 años, llama la atención porqué recién ahora pueden exorcizar aquel pasado reciente que los sobrevuela como un fantasma y exponer en pantalla, cuán indefensos y vulnerables quedaron frente a las garras de la Securitate que los mantuvo presos de manera ilegal y que les propinó un trato vejatorio e inhumano típico de los sistemas totalitarios en los que la opinión diferente y la aparente traición se pagan con la vida.
El film se inserta dentro de una serie de films que hicieron enorme al cine rumano, consolidado luego de la caída del régimen de Ceausescu y que se alzó en estos últimos treinta años no sólo en uno de los espejos más fidedignos en el cual se refleja la memoria del pueblo rumano sino, además, en una de las fuentes históricas que más aportan a los controversiales acontecimientos y traumas de la historia reciente rumana.
Calificación: *** Buena