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18 Sep
18Sep

España es un gran mosaico cultural en el que conviven lenguas, religiones, creencias, ideologías y espacios políticos e históricos tan dispares como en ningún otro país de Europa. Desde las fiestas del Rocío y la devoción de la Macarena en Sevilla hasta los conflictos separatistas de Catalunya y del País Vasco (pasando por las fiestas ibicencas o la movida madrileña) cada región cuenta con una idiosincrasia propia sobre la que fundamentan sus prejuicios, preconceptos y estigmas que arrojan unos sobre otros por el solo hecho de reconocerse diferentes.

De ese modo los madrileños hablan mal de los catalanes y los “gitanos” (en mención a los andaluces), los catalanes y los vascos de “España” (en alusión a las provincias que no reclaman la autonomía y como si ellos no formaran parte del mismo estado) y los insulares sufren motes que los emparentan con centroamericanos  o boricuas, ya que el tono caribeño, el amor por la fiesta y la lejanía de la península hace que reciban el trato de primos lejanos y no de coterráneos.

Asimismo los prejuicios y tópicos más difundidos (y salidos de boca de las ciudades más importantes, con preeminencia de Madrid) dicen que los sevillanos son vagos y viven de fiesta, que los vascos son todos terroristas, que los gallegos tienen problemas de comunicación (además de ser golpeadores y borrachos) y que los catalanes se creen franceses aunque no lo serán jamás. 

Y con todo ese devenir a cuestas día a día se levantan, conviven e intentan sortear encuentros que, en un país tan pequeño como en el que viven, todo el tiempo suceden y los enfrenta a sus filias y fobias dando origen a historias más que interesantes.Sobre una de ellas es que Emilio Martinez-Lázaro hace foco para mostrar el acervo cultural de España y contar con ella una historia divertida, entretenida y con una serie de cuestiones que bajo la máscara de la comedia exponen cuestiones culturales dignas de ser debatidas o al menos pormenorizadas para un posterior análisis.

La historia arranca en un tablado sevillano (imposible es no evitar creer estar viendo una escena filmada por Almodóvar) y se centra en una mesa donde tres jóvenes vestidas de gitanas aplauden y vitorean a los cantores, mientras que una de ellas (Amaia, interpretada por Clara Lago) expone su claro descontento debido a que no quiere estar en el lugar y por haber sido plantada el día de su boda en su País vasco natal. 

En el momento en que un joven (Dani Rovira en el papel de Rafa) sube al escenario a contar chistes nada menos que de vascos, la joven entra en cólera y lo insulta provocando que la desaloje del lugar. Pero una vez afuera ambos se gustan y terminan pasando la noche en la casa de Rafa, quien tiene un pequeño apartamento con vista a la Giralda (que para Amaia significa una muestra de lo más “cutre” que se pueda aguantar una vasca).

Al otro día amanecen juntos pero en cuanto Rafa sale a preparar el desayuno, la joven abandona la habitación y regresa a la “Vascongada” como llaman los sevillanos al País Vasco. En ese mismo momento Rafa se da cuenta que se ha enamorado perdidamente de Amaia y decide viajar al norte para devolverle la cartera y las pertenencias que había en ella, entre las que se encuentra un móvil con las conversaciones entre ella y su ex novio la noche en que la dejó plantada en el altar.

Llevado  por lo que dicta su corazón y desoyendo el consejo de sus amigos sevillanos que descargan todos los lugares comunes imaginables sobre los vascos, Rafa se sube a un autobús y se traslada hasta la casa de Amaia. Como suele suceder en las películas de viajes iniciáticos, el joven conoce en el viaje a una encantadora cincuentona (deliciosamente interpretada por Carmen Machi) y gracias a ella encuentra la casa de la joven.

Pero el destino le juega una mala pasada a Rafa ya que no sólo será rechazado por Amaia sino que, además, de manera accidental incendia un contenedor de basura con lo cual acaba en la cárcel y haciéndose pasar por vasco (la cual se convierte en una de las características más divertidas del personaje). 

Mientras tanto, en medio de las negativas de Amaia cada vez que la llaman de la policía invocando el nombre de Rafa, aparece su padre (Karra Elejalde), un pescador al que no ve desde hace años y que le devuelve la llamada (la cual no hizo ella sino un amigo de Rafa desde Sevilla cuando encontró el móvil) y le pide que se queda para el casamiento, del cual se enteró que será en unos días y para lo cual quiere conocer al futuro esposo.La joven no tiene valor para contarle que fue plantada en el altar y que no habrá casamiento.

Por eso, decide sacar a Rafa de la cárcel para que se haga pasar por el futuro esposo hasta que su padre embarque y se vaya, pero todo se irá complicando y enredando de tal forma que Rafa y Amaia deberán actuar que son de verdad una pareja y evitar que su padre se entere y sufra un disgusto con la situación.

El film está estructurado sobre la base del clásico vaudeville teatral y de la comedia de enredos en la cual a medida que se va desarrollando la trama se despliegan diferentes variables para llegar al final sanos, salvos y de un modo que no sea forzado. Pero sin lugar a dudas los temas que subyacen en él y que se ven de manera notoria invitan a reflexionar sobre el imbrincado ser español, el cual no puede ser definido de una manera lineal ni homogénea ya que cada grupo representa un corpus ético y estético con características propias y que les determinan el modo de ser, sentir y pensar.

Desde lo dialógico el film significa una buena forma para aprender y entender conceptos relacionados con la cultura e idiosincrasia de ambos pueblos (el vasco y el andaluz) tan diferentes entre sí pero que, en definitiva, a la hora de “lo humano” todos son iguales (en palabras del personaje de Carmen Machi que interpreta a una viuda de Cáceres que representa a la España mítica de los toros, el mantón, la peineta, los tricornios y la imagen del Generalísimo como el gran ídolo nacional y gran padre de la patria).

La capacidad histriónica de Dani Rovira a la hora de articular el personaje de Rafa está, claramente, fuera de discusión, y los momentos junto a Karra Elejalde (en el papel del padre guardabosques que por nada del mundo quiere ver sufrir a su hija) y a Carmen Machi (quien se hace pasar por la madre del supuesto novio) son para atesorar en el arcón de grandes comedias del cine español de los últimos tiempos.Ocho apellidos vascos es un film muy interesante que logra contar una historia divertida y difundir algunos aspectos esenciales de dos culturas tan disimiles como la andaluza y la vasca. 

Con excelentes actuaciones, pasos de comedia y situaciones que bordean el grotesco en algunos casos, Martinez-Lázaro en él regala además, unas vistas increíbles de lugares y sitios de la encantadora Sevilla así como de varios paisajes de Donostia y la región Guipuzcoana.

OCHO APELLIDOS VASCOS (2014-España), Dirección: Emilio Martínez Lázaro, Guión: Borja Cobeaga, Diego San José,  Elenco: Dani Rovira, Clara Lago, Carmen Machi, Karra Elejalde, Alfonso Sánchez, Alberto López, Aitor Mazo, Lander Otaola, Música: Fernando Velázquez, Fotografía: Gonzalo Berridi, Juan Molina. (98´- Color).

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